Después de mis últimas guardias en Urgencias, estaba cantado que no iba a resistirme y acabaría hablando aquí sobre este tema ya trilladísimo. Como siempre digo, no porque yo quiera aportar ciencia pediátrica, que para eso hay muchos blogs fantásticos (aquí, o aquí, éste, o éste… y más, pero no me caben todos); sino para dar mi opinión como madre, pediatra, tía, amiga de padres de hijos en guardería y bloguera bocachancla. 😉
Secuencia habitual: lactante de entre 4 y 18 meses que, cabe señalar, jamás ha estado malo. Empieza a ir a la guardería y a los cuatro o cinco días empieza a manifestar los síntomas de su primer virus. Sí, virus, que es lo que principalmente cogen los niños en las guardes: catarros, gastroenteritis, bronquiolitis, laringitis, y casi siempre con fiebre. Los papás están la mayoría de las veces más o menos prevenidos, porque ya sabían que en la guardería lo cogen todo.
Los problemas suelen empezar días después, cuando el bebote aún no del todo recuperado de la primera viriasis enlaza la segunda. Aquí ya la familia se asusta y muchas veces acuden no ya a su pediatra sino a Urgencias del hospital, por si el primer diagnóstico fuera erróneo o si hubiera habido alguna complicación (que aunque puede ser, no es lo habitual).
Las mayoría de las enfermedades producidas por virus se curan solas: tienen lo que llamamos un curso autolimitado. O como dice el saber popular, la gripe dura una semana con tratamiento, y sin él, siete días. Porque ya sabemos que los antibióticos son para las bacterias y no sirven para tratar enfermedades víricas. Vale, esto es cierto. Pero no todas las viriasis son benignas y/o no peligrosas. Nooooooo. Qué va. Una gastroenteritis -vírica- puede deshidratar a un niño, y una bronquiolitis -vírica también- producirle dificultad respiratoria (perdón, que me pongo intensa). Estos supuestos son menos frecuentes, por suerte, y la mayoría de las veces los bebés superan su carro de virus con elegancia. Pero hay otros bebés, pocos por suerte, que al escolarizarse entran en lo que yo llamo la espiral de violencia de la guardería… un ejemplo cualquiera: fiebre con catarro seguido de bronquiolitis y después otitis tratada con antibiótico y posteriormente diarrea que ya no se sabe si es por el antibiótico o por una gastroenteritis, y además ya se pierde la cuenta de los días que ha tenido fiebre y los que no, y encima se le ha puesto el culete como el de un mandril por la caca ácida y a todo esto no quiere comer no se sabe si porque la gastroenteritis le ha dejado mal el estómago o es que también coincide con que al empezar a la guardería dejó el pecho y empezó el biberón, pero lo que es un hecho es que el nene no levanta cabeza y en casa no la levantamos nadie porque encima nos lo pega a nosotros y estamos todos con conjuntivitis…
En definitiva, que el comienzo a la guarde de algunos niños puede ser algo muy duro. Esto es así. Y en septiembre y octubre, reconozco que me convierto muchas veces en un «pájaro de mal agüero» para muchos padres que acuden a Urgencias de mi hospital. Porque cuando empiezan a venir con los primeros cuadros febriles en niños que llevan una semana de guarde, yo aviso a los papás. Les explico con mi mejor intención, para que estén preparados, que un niño sano atraviesa un montón de cuadros víricos durante su primer año de cole. Y he de decir que muchos padres no reciben bien mi «advertencia». No me extraña: tal y como están las cosas, pensar en faltar al trabajo varios días al mes porque el niño está con fiebre no es la mejor noticia.
¿Quiere decir esto que no recomiendo las guarderías? Nada más lejos de mi intención. Sintiéndolo mucho, en España la baja maternal es ridícula insuficiente. Y muchas familias no tienen otra opción que dejar a sus nenes en una guardería, porque la cuidadora en casa es -en general- más caro, y no todos los padres tienen a mano unos benditos abuelos. Es lo que hay. Yo no ejerzo la pediatría en el mundo ideal, sino en éste.
Así que va este post por todos esos padres y abuelos que bregan como pueden con los primeros y duros años de escolarización de sus niños, porque -y lo digo por experiencia- levantarse a trabajar a las 7 de la mañana después de una noche en vela por culpa de las velas de mocos, las fiebres y las toses tiene mucho mérito. Ea. Va por ustedes.
PD: Uy, qué post más espeso. Al siguiente, aligero… prometido.
De espeso nada! Personalmente me parecio interesante y de gran ayuda…..agradeceria mucho que aqui (Nueva Orleans) los pediatras fueran la mitad de sinceros y directos que tu….y ya que mencionas la maternidad, mi mujer estuvo trabajando hasta 3 dias antes del parto, y se suponia que tenia que volver al tajo 8 semanas despues….casi na!!
Gracias, Pablo… Supongo que cada pediatra tiene un estilo (por llamarlo de alguna manera) en cuanto a informar, y el mío es explicar, explicar y explicar a los padres todo lo que esté en mi mano. La experiencia me ha mostrado (hasta ahora) que así salimos todos ganando. Un saludo!