Anoche estaba «viendo» la serie Isabel a la vez que hacía otra cosa (concretamente, intentar poner orden en las 10.000 fotos que no sé cómo se han ido acumulando en mi ordenador), cuando la escena de la tele acaparó toda mi atención. Isabel, primogénita de los Reyes Católicos, estaba dando a luz. El parto termina mal y aunque el niño sobrevive, la madre muere. Y, como siempre me ha venido ocurriendo, empiezo a cavilar. ¿Habrá sido una placenta previa? ¿Una sepsis? ¿Sería un parto distócico? No lo puedo evitar: siempre que se muestra la enfermedad en tiempos pasados (sea ficción o realidad), me corroe la curiosidad.
La primera vez que me sentí atraída por «Historias de Medicina» (que no Historia de la Medicina, aunque también me gusta) debía de tener unos 13 ó 14 años; vamos, que de médico no tenía nada, y de hecho aún dudaba en si ir por ciencias o por letras. Fue por un libraco que apareció por casa, y del que de hecho no se supo más después de una mudanza. No sé ni título, ni editorial, ni autor (creo que era anglosajón), pero sí recuerdo que era grande y con muchas ilustraciones. Y la temática: iba describiendo las enfermedades sufridas por varios personajes históricos, para aventurarse al final de cada capítulo en hacer un diagnóstico. Atraída seguramente por las ilustraciones lo abrí, y ahí estaba: la defensa de la hipótesis de que Aníbal había padecido un tracoma (infección grave del ojo producida por una bacteria llamada Chlamydia trachomatis). A mí, aquella labor detectivesca aplicada al campo de la Medicina y la Historia me fascinó. Vale, llámame friki. La adolescencia, que es muy intensa… 🙂
Total, que años después y ya metida en harina, era feliz cada vez que caía en mis manos algún escrito patobiográfico (por lo general en periódicos o revistas); así que empecé a buscar patobiografías. El prefijo viene del griego pathos, que se refiere a enfermedad.
Un sábado, al salir de visitar los jardines de La Granja, mi suegra salió de una tienda de souvenirs con un regalo para mí: «Las enfermedades de los Austrias». Creo que el lunes por la noche lo acabé. Me gustó tantísimo que compré al día siguiente «Las enfermedades de los Borbones», ambos escritos por un médico internista -Pedro Gargantilla- que ni es mi primo ni mi amigo, aviso :-). En ellos, el autor va describiendo los avatares médicos y quirúrgicos de los reyes de España, incluyendo cuál fue en su opinión la enfermedad que causó la muerte de cada monarca. Y todo ello en el contexto histórico y con grandes dosis de investigación, que en el siglo XV no había analíticas ni radiografías…
Leí sorprendida que la malaria había sido endémica en la Península durante el siglo XV, que Isabel la Católica pudo fallecer a causa de un tumor de origen ginecológico y Fernando, su viudo, quizá de una insuficiencia renal crónica precipitada por el consumo de cantaridina, afrodisíaco de la época; Felipe II de un tromboembolismo pulmonar secundario al encamamiento por un absceso y fiebre, o María Luisa de Orleáns por una peritonitis. Para un médico es entretenidísimo (y no digo nada si coincide con la preparación del MIR), ir siguiendo al autor hilando los síntomas y haciendo las deducciones que conducen al diagnóstico casi forense.
Después, leí los «Locos Egregios» de Juan Antonio Vallejo-Nágera, «Locos de la Historia» de Alejandra Vallejo-Nágera, «Enfermos Ilustres», de Blas Gil Extremera… Pero la verdad es que no se encuentran fácilmente textos patobiográficos aunque supongo que los habrá y yo no los encuentro. Así que, si alguien tiene alguna recomendación, soy todo oídos (y fonendo).
Buenas! Acabo de descubrir tu blog y no he podido evitar sorprenderme con el autor de los libros que mencionas porque ¡fue mi profesor de historia de la medicina! ajajajjaja
PD: me está encantando, he empezado desde el primer post y ahí voy, leyendo uno tras otro 🙂
Yo me sorprendí también al ver el autor: había sido adjunto mío en Urgencias!! Muchas gracias, encantada estoy de que te guste el blog! 😉