Los niños son optimistas.

Pues sí, así es. Los niños son positivistas, optimistas, animosos y buenrollistas. Pon un niño en tu vida, y lo comprobarás. O pon varias decenas a la semana (como es mi caso), y lo verás cristalino.

Pero esta vez vengo a hablar del ejemplo que tengo en casa. Ya conté en su día que mi hija mayor era la representación de Bob Esponja en la tierra, por todos los adjetivos enunciados al principio de este post. Bien: hoy vengo dispuesta a ilustrarlo.

El año pasado por estas fechas, Trotandovoy se presentó al concurso de cuentos navideños de su cole. Resultó que le dieron un accésit, cuando nadie -ni ella misma- lo esperábamos. Y le dieron un trofeo y todo. Trofeo tangible, de bronce; con su soporte de mármol y su plaquita grabada. Ahí lo tiene la criatura, en la estantería de su cuarto, orgullosa.

Evidentemente, y dado su carácter optimista a más no poder, este año venía ella pensando en presentarse desde que empezó el curso… y así ha sido. Hoy finiquitó su cuento de Navidad, acompañado de su ilustración dibujada por ella misma, como indicaban las normas del certamen.

Y yo eché una ojeada sobre el documento word del ordenador. Y yo la ayudé a imprimirlo porque ella no sabe. Y yo eché una mano para doblar por la mitad el folio impreso, de forma que quedara simétrico, y que en el reverso pudiera la chiquilla dibujar su ilustración del cuento. Y yo quedé, media hora después, patidifusa al visualizar dicha ilustración… a la vez que no podía parar de carcajearme.

El cuento, que en el post original mostré pero luego quité como si del futuro premio Planeta se tratase (para que siga siendo inédito hasta que caiga en manos del jurado del colegio… 🙂 ) es un poco melodramático. Se ha basado sin ningún tipo de pudor en la historia que ella anhela (una niña que quiere tener un perro y finalmente lo consigue) y cuyo nudo muestra lo que nosotros, sus padres, vaticinamos amenazantes (que la niña se aburre y pasa del perro), para luego resolverse «bien» (recupera su interés por el perro).

 

Pero como decía, lo que me dejó ojiplática fue el dibujo que lo ilustra, al reverso:

 

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Sí. Por si el lector de este blog no capta la esencia, ya lo explico yo. El angelito no ha dibujado un perrito con su dueña, la cual crece y se hace adulta y lo abandona pero luego, cual hija pródiga a la inversa, recupera (tal como relata su cuento). No. Ha dibujado como ilustración a su cuento de Navidad una entrega de premios. Premios al mejor cuento de Navidad, recibiendo ella uno de ellos. 🙂

Y… ¿cuál es mi papel como madre? ¿Es, quizá, explicarle que quién sabe, pudiera ser, a lo mejor, que no gane el premio este año? ¿Que resultaría en un momento dado hasta presuntuoso dar por hecho que van a premiar su cuento? O… ¿Dejar que siga convencida de que, nuevamente, va a ganar?

… Creo que quien me conozca ya sabe lo que he hecho. La he azuzado para alimentar su ilusión sobre este concurso, claro que sí. Y que salga el sol por Antequera.

 

2 comentarios en “Los niños son optimistas.

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