Ea, desde el principio del post me posiciono y lo suelto así, de golpe y sin anestesia: estoy a favor de la «atención pediátrica» vía whatsapp -o vía email, o mensaje de Facebook-. Pero con sus peros. La regla de oro, creo yo, es la prudencia y el sentido común, por ambas partes contratantes.
Puntos a favor: muchos. Y evidentes. Un suponer: sábado, 9 de la noche. Estás de casa rural en un bucólico paraje de los Picos de Europa. Tu nene de 20 meses empieza con el síntoma equis. Te preocupas (puesto que el pediatra más cercano son las Urgencias hospitalarias a unos cuantos kilómetros), pero mandas whatsapp a tu amiga pediatra y resulta que te puede ayudar, o al menos orientar: alivio inmediato. Para la amiga pediatra (mismamente servidora), también hay ventajas en esta vía de consulta: la más obvia es que una se siente útil y que hace una buena acción. 🙂 Pero profundizando en las ventajas que aporta este método frente a otros: puede una contestar cuando quiera, y pensarse la respuesta (no crea el amigo/amiga que la que esto escribe es el Oráculo… qué va… a veces he tenido que revisar algún tema después de alguna de vuestras preguntas). Y, cómo no, otra ventaja que ofrece el whatsapp (y el mensaje facebookero): se pueden mandar fotos, vídeos y audios. Telemedicina, vaya. La cual era un concepto emergente hace unos años y resulta que aquí nos hallamos, haciendo telemedicina casera todo pichipata –mamá, te he robado la expresión, gracias-. Pero, ¿todo vale? En mi opinión, no, no todo vale. Os cuento cuál está siendo mi experiencia. Y lo pongo así en presente continuo, porque ejerzo de pediatra whatsappeño/facebookero casi cada día. Y por si no lo dejé claro renglones más arriba, no me molesta; al revés, es satisfactorio. Porque las consultas vienen de mis amigos, y si puedo ayudar, ayudo.
Al lío: Golden Hits del whatsapp pediátrico.
1.- Exantemas (o lo que es lo mismo, «manchas» en la piel): uno de los temas más agradecidos, la verdad. Algunas veces, y chateando febrilmente para recopilar bien los síntomas, las fotos que me aportáis dan el diagnóstico. Ejemplos recientes: una escarlatina y una varicela (sé que me estáis leyendo, zagales). En el primer caso poco más podía hacer yo en la distancia, salvo recomendar ir al pediatra para recibir receta de antibiótico y poner en alerta del tema contagios y posibles complicaciones en el segundo. Pero otras veces, por ejemplo en una urticaria, un eritema tóxico del recién nacido, un prúrigo o una picadura infectada, os puedo ahorrar la visita al pediatra. Siempre y cuando cumpláis con el contrato (que explico al final).
2.- Estreñimientos varios. Digo varios porque no es lo mismo un recién nacido, que un bebetón grandote que está quitándose el pañal a los 2 años y medio, que un niño de 6 que va por primera vez al campamento. En el primer caso es FUN-DA-MEN-TAL saber si está comiendo bien, en el segundo puede haber desarrollado un hábito retenedor (me aguanto la caca-la caca se pone dura-me duele al hacer caca-evito hacer caca-me estriño), en el tercero el cambio de entorno… qué se yo, según cada niño, pero al menos se puede orientar el tema. De nuevo, remito al final del post para contemplar las condiciones del acuerdo. 🙂
3.- Parásitos. Es éste un tema que pese a su benignidad desespera a progenitores y abuelos, y que es bastante inmortalizable con la cámara del móvil (así está mi iPhone, con imágenes que más de una vez han hecho salir chillando a mi impresionable Trotona y mi lábil Miss Berrinche. Ironman está curao de espantos)… y que es bastante fácil de diagnosticar y tratar (¡por whatsapp!). Parásitos pediátricos, oséase, habitualmente de las cabezas y de los cuartos traseros. Eso sí: siempre hay algún progenitor preocupado por la recurrencia de la infestación, y no es para menos. A mi amiga Mrs. E, a la sazón madre de tres, le acabé diciendo, en un momento dado: Jamía, cualquier día de estos aparece un retoño tuyo con piojos en el pompis y lombrices en los rizos… del show que se traía la pobre con diversos niños de todas las edades. 🙂
4.- Fiebre. Aaaaaaaaaaamigo. Aquí la cosa cambia. Sintiéndolo mucho, no siempre os voy a poder ayudar en este aspecto. Depende mucho de la edad del cachorro, porque como os contaba en el post de la fiebre, al pediatra lo único (lo ÚNICO) que le importa de la fiebre es la causa. Y ésta varía según la edad; pero además y sobre todo: NECESITAMOS EXPLORAR AL NIÑO. Ahora bien, hay excepciones. 🙂 Hace poco, una amiga que me consultaba por la febrícula (37.7ºC) de su hija de 4 años, asociada a una producción nasal de mocos medible en litros por minuto, me mandaba a modo de aderezo un vídeo en el que la susodicha salía saltando en la cama histéricamente entonando a voz en grito «Sueltalóoooooooooo… sueltalóooooo… no lo puedo ya reteneéeeeeeeeeer…». Concluí que tenía «bastante» buen aspecto y que su fiebre podía esperar unas horas a ser reevaluada. 🙂
5.- Consultas acerca de dosis de diversos fármacos. Otro tema habitual y fácil de gestionar mediante whatsapp/facebook: cuando me preguntáis qué dosis de tal fármaco hay que darle al nene, porque no os ha quedado claro o tenéis la duda que sea. A no ser, vayapordiós, que la autora de este blog sea (como al parecer soy) una pediatra bastante poco recetadora. Esto me ha pasado algunas veces, que os he dejado clara mi poca afición a los antitusivos, la alternancia Dalsy/Apiretal y POR SUPUESTO mi aversión a los fármacos homeopáticos.
6.- Hay más… Pero se me queda el post larguísimo, so sorry.
Conclusión pospós (aka post-post): y aquí va el acuerdo tácito. Todos ustedes, que me mandáis whatsapps consultándome cosas de vuestros cachorros que yo contesto ENCANTADA (y esto, insisto, quiero que os quede claro… porque si no estuviera encantada de hacerlo, no contestaría). Por favor os lo pido, no calléis de golpe. 🙂 Sé que es muy cierto eso de «No news, good news«, y lo de «Me gustas cuando callas, porque estás como ausente«,… PERO cuando hemos establecido una comunicación intensa relacionada con la salud de vuestros nenes, si las cosas mejoran, o evolucionan, o hay cambios, COMUNICÁDMELO, por favor. 🙂 Porque sé, que me lo habéis dicho, que cuando el problema pediátrico (habitualmente banal) se soluciona, no queréis «incordiarme» más. Pero yo sí que quiero saber que las cosas han mejorado. Así que, ya sabéis: Lola Flores decía «si me queréis, irse», y yo os digo: «si me queréis, contadme».
Post dedicado a todos mis tele-pacientes o pacientes en la distancia, que me llenan de orgullo y satisfacción. 🙂
Ay dios que identificao me siento!! Se tendrá en cuenta la petición!!! Bravo!! Yo siempre fardo de mi pediatra 24h via whatsapp
Ustedes (o mejor dicho el g. asturcelta) son de mis favoritísimos pacientes dospuntocero! 😉