Cómo no iba yo a hablar de crianza, por favor. Por supuesto. ¡Bocachancla-blogger rules! Pero es difícil empezar, porque tengo mucho que decir. Como cualquier pediatra, y -lo que es más importante- como cualquier madre/padre.
Mis opiniones giran en torno a un convencimiento: el binomio madre-cría de la especie humana es el más toreado de todo el reino animal. Estando en libertad y en condiciones óptimas, se entiende. No existe otra especie en la cual el hecho fisiológico de quedarse embarazada, dar a luz y criar al cachorro venga acompañado de tantísimo conflicto. Es así. Que esto es algo derivado de nuestra condición de seres racionales, es algo obvio. Que hace sufrir a hijos y madres (principalmente, pero indirectamente, al resto de la familia), es algo comprobable.
A lo mejor hay alguien leyéndome que no sabe a qué me refiero… estoy hablando de la diversidad de opiniones, convencimientos, actitudes y por supuesto tradiciones que existen en torno a la crianza; y que conducen, en casi el 100% de los casos, al choque de opiniones y con ello al conflicto. Lógico: nuestros hijos son tan importantes para cada uno de nosotros que el mero hecho de que alguien cuestione nuestra función como padres nos ofende de inmediato, y en lo más profundo. Aunque no nos demos cuenta. Por otro lado, creo que es imposible comprender la evolución de las tendencias en crianza si no se contempla el contexto histórico. Y un punto de inflexión en nuestra historia reciente fue, evidentemente, la incorporación de la mujer al «mundo laboral» [como si el trabajo en casa no hubiera sido laboral… ja].
Estos últimos años, diría que sobre todo los últimos diez, asistimos a una revolución en cuanto a las «tendencias» en crianza. Las madres (y los padres, cierto) se han replanteado las cosas -y los dogmas-. Como pediatra, pero sobre todo como madre, me he zambullido de lleno en este fenómeno. Y lo he hecho -o lo estoy haciendo- de la forma que mejor sé: observando, escuchando y leyendo; y con la evidencia científica en la mano. A mí, lo reconozco, y pese a estar del todo de acuerdo con sus líneas globales, no me acaba de convencer totalmente el término «crianza natural» porque me parece ambiguo y/o equívoco (al menos desde el punto de vista científico). Esta pediatra también bloguera (mimamáyanoespediatra) habla, y lo argumenta, de crianza única, aludiendo a que cada familia y cada niño/madre/padre es único. A mí me cuesta elegir un adjetivo para la crianza. La crianza es crianza, y punto: no debería necesitar adjetivos. Y sí debería ser lo suficientemente homogénea para satisfacer las necesidades de todos los hijos y madres, y lo suficientemente heterogénea para satisfacer las necesidades de CADA hijo y madre. Pero, como hay que mojarse, diría que me gusta el adjetivo «fisiológica». Es éste un término que, en Medicina, significa «estar relacionado con el funcionamiento de los seres vivos». Los médicos usamos este término cuando queremos transmitir que algo es así porque la naturaleza lo ha dispuesto así. Y la evidencia científica será la que tenga la última palabra en qué es mejor para la salud de los niños. En mi opinión, la inmensa mayoría de las veces la Naturaleza habrá previsto lo que es mejor para madre y cría: ejemplo incontestable=lactancia materna (y así lo ha corroborado la ciencia bien hecha). En otras ocasiones, el desarrollo científico modificará el devenir natural en beneficio del niño: ejemplo incontestable=las vacunas. Es un equilibrio, en mi opinión, peculiar, en el que el peso de la tradición más ancestral (ejemplo=porteo de los niños, que como intento ilustrar con las fotos de abajo NO es «una moda de ahora») con el peso de la tradición más reciente (no lo cojas que se acostumbra) debe acabar siendo apoyado por la ciencia (beneficios demostrados científicamente del porteo), y no sólo por la intuición de las madres (=instinto maternal: casi siempre acertado). Y a todo esto, que de por sí ya es complicado, hay que añadir el factor determinante del entorno social en cada país, y las expectativas de vida que una mujer se ha formado desde el punto de vista profesional…
Intentaré mojarme en este blog, y dar mi visión -que no tiene por qué coincidir con la del respetable-, adaptándola a la realidad en la que vivimos. Que es una realidad cuanto menos curiosa, si la contemplamos con la óptica histórica de nuestra evolución como especie. De esto último yo sé poco (ojalá supiera más), pero es indudable que ha sido determinante en nuestra forma de criar. Para empezar, porque OPINAMOS sobre crianza, y la CUESTIONAMOS. De hecho, no soporto los fundamentalismos y las faltas de respeto en este terreno, y me entristece que las haya.
Queda un camino apasionante por recorrer en el que, estoy segura, daremos muchos pasos que serán «hacia adelante» desde el punto de vista científico (faltaría más!), y paradójicamente «hacia atrás» desde el punto de vista histórico (la «vuelta» al porteo o al baby-led-weaning son un buen ejemplo…).
Reflexión pospós: tremendo espanzurre filosófico que me he marcado hoy. 🙂
«en Medicina, significa “estar relacionado con el funcionamiento de los seres vivos”. Los médicos usamos este término cuando queremos transmitir que algo es así porque la naturaleza lo ha dispuesto así.»
Puede que, por esto mismo, el adjetivo «natural » sea bastante acertado.
Gran post.
Inciso: creo que no siempre hay que hacer un estudio científico para convencerse de que algo es perfecto. Aunque puede que haya que hacerlo para convencer al que cree que no lo es.
Cuando se demuestra cientificamente, se convierte a priori en indiscutible. Ese es un gran valor. 😉
Más que de crianza natural (que hace referencia a una página/foro que casi toda madre/padre conoce), yo hablaría de «crianza con apego», del inglés «atachement parent». Este «tipo» de crianza, hace incapié en el respeto a los ritmos y a la fisiología del bebé y después del niño, simple y llanamente. No es algo dogmático ni «sectáreo», aunque algunas se empeñen en que para ser «crianza natural» tienes que «cumplir» con el pack. Yo me limito a seguir mi instinto y a respetar a mis hijos, y si, eso influye lactancia prolongada (hasta los 4 años en el caso del mayor, los 3 años en la mediana y estamos en ello con el pequeño), colecho, porteo, dejar el pañal cuando ellos deciden…pero si no hubiera podido dar teta o mis hijos no hubieran querido dormir en la cama (alguno hay que no quiere, según me han dicho), también consideraría que lo mío es crianza con apego, por instinto y por respeto.
Donde pone «incapié» leáse hincapié, y donde dice «influye», quería decir incluye…cosas de escribir con el móvil.
Olé, Afri. Un poco por eso es que yo hablo de «fisiológica», al referirme a las necesidades inherentes al bebé humano.