El día del niño hospitalizado.

Efectivamente hoy se commemora ese día, el Día del Niño Hospitalizado, lo cual no me es ajeno. Ya conté aquí lo acojonantes asombrosos que me parecen los niños en general y los hospitalizados en particular. 🙂 Algo que siempre me ha llamado mucho la atención en los niños pequeños que permanecen mucho tiempo ingresados es cómo su desarrollo psicomotor se va adecuando a su entorno. Y así, aprenden a caminar mientras alguien les sujeta el poste del gotero, y entre sus primeras palabras se encuentra «pinchar», «sonda» o «vía». Formando parte de su imaginario infantil Mickey Mouse es tan importante como sus gafitas nasales y Peppa Pig convive con la alimentación enteral.  Sus rutinas son las de cualquier otro niño, pero en el hospital, y su ilusión por los Reyes o el Ratón Pérez permanece inalterable. Pero sobre todo me impresiona verlos reír a carcajadas: lo hacen. Lo dicho, son acojonantes increíbles. Estoy segura de que hoy muchos niños se lo han pasado bomba en las fiestas hospitalarias que seguramente han tenido con motivo de dicha conmemoración. 🙂

Y siento recurrir a un lugar común, pero todos los sanitarios deberíamos conocer de primera mano qué se siente al estar ingresado. Yo lo estuve con Miss Berrinche, afortunadamente por poca cosa. Aunque lo suficiente como para entender lo lento que pasa el tiempo cuando se espera una información médica o el resultado de una prueba diagnóstica, y lo que angustia la incertidumbre…

Os dejo con el vídeo tan bonito que ha circulado estos días por las redes sociales, y con una reflexión aprendida de alguien que me ha enseñado muchísimo: NO ingresar a un niño a no ser que sea realmente necesario. Pero, si no queda más remedio… esforzarnos en que esté feliz.

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