¡Ya está aquí el verano, por fin! Y con él, la mayor tranquilidad en Urgencias pediátricas: los niños tienen menos infecciones, y por tanto menos fiebre, menos mocos y menos tos. Ya os he contado otras veces que los virus prefieren el clima frío; además, durante el curso escolar los niños están juntitos en guarderías y colegios, por lo que los contagios están servidos.
Durante el invierno, poco podemos hacer para evitar que nuestros retoños se pongan malos por cualquiera de los virus que pasaban por allí (salvo para los que existe vacuna, ejem ejem); en cambio, si algo caracteriza a los problemas pediátricos de salud durante el verano es que muchos de ellos son prevenibles, y con esto quiero decir evitables.
Estos son algunos de ellos, y aprovecho para enlazar la información que me ha parecido más útil de lo que se ha ido publicando en la blogosfera pediátrica.

Foto de Miss Trotona que me envió ella misma desde el whatsapp de su abuela, porque le preocupaba el cariz que estaba tomando la picadura… chica lista.
2.- Quemaduras solares. Pues sí, con todo el arsenal de cremas y sprays de que se dispone hoy en día aún se achicharra algún niño que otro. Con el sol no hay que jugársela, que la piel tiene memoria… a los enanos, embadurnadlos como si no hubiera un mañana con protector solar. Todo lo que hay que saber acerca de esto, lo tenéis aquí.
3.-Fracturas y otros traumatismos. A ver: claro está que los niños tienen que jugar y hacer el cabra. Pero podemos dotarlos de ciertas armas protectoras para que, de haber descalabre, no tenga mayores consecuencias. Hablo de usar casco SIEMPRE que van en bici, de educarles para que sean prudentes y de colocarles los protectores pertinentes si patinan. Y como contaba yo aquí, no permitirles acceder a zonas de juego no aptas para su edad (me refiero a niños de 6 años en parques infantiles para mayores de 9, con columpios y «rocódromos» de dos metros de altura, o sea, más altos que un andamio).
4.- El temido «corte de digestión». O lo que es lo mismo: el temor de abuelas y madres de los niños ochenteros, como yo. El nombre correcto es hidrocución. Y sí, puede pasar aunque no es frecuente. Aquí nos habla de ello Lucía. Como en todo, prudencia y sentido común: no es lo más sensato tirarse de golpe al agua helada de las Islas Cíes (un suponer) a los dos minutos de haberse zampado dos platos de paella y un helado.
5.- Golpes de calor y deshidratación (Punto a punto, me voy poniendo cada vez más seria…). Los niños se defienden peor de las altas temperaturas que los adultos: cuidado con exponerlos al calor, aunque sea a la sombra. Es importante saber que en la playa, a la una del mediodía (incluso bajo la sombrilla), la temperatura puede ser peligrosa para un bebé. Y dentro de un coche sin aire acondicionado, ni te cuento.
6.- Viajes en coche. La obligatoriedad de usar métodos de retención adecuados para los niños ha disminuido drásticamente la mortalidad infantil por accidentes de tráfico. Poco que decir al respecto que no sepáis; salvo que en período vacacional puede haber tentaciones del tipo «no pasa nada porque vaya en el coche de los tíos aunque sea sin sillita, si son sólo 5 kilómetros»…pues no. En sillita siempre. Cuando nacieron las nenas casi nos volvemos locos descifrando los distintos tipos de grupos de sillas, sujeciones y demás; toda la información necesaria y actualizada, aquí. 🙂7.- Ahogamientos, «semiahogamientos», y ahogamientos secundarios. Lo he dejado para el final porque en este blog nos cuesta ponernos serios… aunque con este tema, pocas bromas. En este post, Pediatra de Urgencias os explica lo más importante y poco tengo que añadir, salvo quizás que en mi experiencia (muchísimo menor) los ahogamientos pueden ser incluso más frecuentes si hay mucha gente alrededor de la piscina (que suele ser una piscina privada, de una casa individual y sin socorrista lógicamente). Me explico. Si una madre está sola con dos niños, es difícil que los pierda de vista, porque ella es la única responsable. Si hay 10 adultos, entre padres, tíos, abuelos y amigos… y otros tantos niños, es más fácil que cada uno piense que ya está otra persona vigilando a los niños. Y es entonces cuando ocurre la desgracia, sin que nadie realmente se percate. Así que: los niños pequeños en piscinas sin socorristas -¡y con ellos!- NUNCA, NUNCA, NUNCA deben perderse de vista. Y si tienen vallas protectoras mejor que mejor: nunca es poco en este aspecto.
(Miss Berrinche leyendo esto en el futuro: pues mami, decías en el anterior post que yo era «chaqueta de un guardia style» con los deberes, pero anda que no has sido vaga tú, recopilando las entradas de otros…) 🙂
(Y no puedo evitar sonreír cada vez que me acuerdo de aquél día de 2005, en Asturias, teniendo 3 mesecitos Miss Trotona. Mi madre, a la que siempre le costó aprender inglés, me dijo: «¿a la nena la llevamos en la silla WARNING, verdad?» …Se refería a la Maxicosi, que servía tanto para silla de paseo como para sistema de sujeción del coche, y llevaba una pegatina enorme en el frontal que advertía -WARNING- de no colocarlo sin desactivar previamente el Airbag. Mi madre lo primero que leyó al ver la silla fue WARNING, y con WARNING se quedó…) 🙂
Genial! Como siempre.
Gracias por recordarnos los accidentes y percances más habituales, y sobre todo, qué hacer ante ellos…aunque no estaría de más hablar de las intoxicaciones alimentarias (que no alimenticias) secundarias a chiringuitis varios.
Jajaja! Estaba incluido en el guión original… Aunque al final lo retiré para que «no fuera demasiado largo». 😉 gracias Afri!
Magistral como siempre a la par que entreteníu!! Yo lo de las piscinas-playas me pongo histéricu… vigilo incluso a otros que veo por ahí «abandonaos»
Es que es usté un padrazo.