«Mi primera vez»: hitos del desarrollo.

Algo que casi todos los padres habréis comprobado al llevar a vuestro retoño al pediatra es que, sea cual sea el motivo de la consulta (asma, estreñimiento, cojera o lombrices), se os pregunta acerca del desarrollo psicomotor del niño. No lo hacemos exactamente así, sino que lanzamos preguntas tales como: «¿A qué edad se sostuvo sentado?» o bien, «¿cuándo empezó a hablar?». Nuestro objetivo es detectar cualquier problema para poder identificar pronto – porque el tiempo es oro- a aquéllos niños que no se estén desarrollando de forma adecuada. ¿Y qué es lo adecuado? Bien, para determinarlo se han elaborado diferentes escalas basándose en el análisis de cientos -miles- de niños; y contemplan diversas vertientes del desarrollo, que son, a grandes rasgos: capacidad motora, verbal y emocional/social. Pero claro está que cada niño tiene su propio patrón de progreso; no todos consiguen una determinada habilidad en un determinado momento.

Lo de los hitos del desarrollo viene a ser algo parecido al asunto de los percentiles (de los que os hablaba aquí) en varios aspectos:

Un hito como cualquier otro: primera tirolina, con colaboración fraterna.

Un hito como cualquier otro: primera tirolina, con colaboración fraterna.

Primero: las escalas que utilizamos para evaluar el adecuado desarrollo infantil están pensadas para pescar aquéllo que se sale de lo normal, pero debemos tener en cuenta que el que un niño no camine a los 17 meses no indica necesariamente que tenga algún problema. Exactamente igual que un nene en percentil 2 de talla no tiene por qué tener una alteración en el crecimiento. Digamos que estas escalas son vigilantes de seguridad muy celosos en sus funciones, a los que no se les escapa nada que sea mínimamente sospechoso… porque es verdad que, a veces, cuando el río suena, agua lleva. 

Segundo: que un niño camine y hable más tarde que su hermano, su primo o su vecino no quiere decir que las notas que vaya a sacar en 6º de primaria vayan a ser peores que las de los susodichos. Ni mucho menos. Lo mismo que un percentil 20 de peso no significa en absoluto que ese niño vaya a ser delgado toda su vida (de hecho, ojalá lo significase). Es como ese compañero de clase en el que no nos fijábamos a los 15 años pero nos lo encontramos a los 35 y… le miramos con otros ojillos. Como la vida misma: el tiempo pone a cada uno en su sitio. 🙂

Tercero: Al igual que un niño puede ir alto en percentil de talla y bajo de peso o viceversa, puede hablar como un loro a los 15 meses pero aún no caminar; o gatear a la velocidad de un F1 ya a los 7 meses y no decir ni pío hasta los 24. Hay de todo, como en botica.

Pediatra comparando los rasgos anatómicos de padres e hijo.

Pediatra comparando los rasgos anatómicos de padres e hijo.

Cuarto: herencia. Si comprobar que un niño «va bajito» no nos extrañará cuando sus padres no superan el metro sesenta, lo mismo ocurre con los hitos del desarrollo; y es frecuente oír a la abuela decir: «Es igual de vaguete que su padre, que no caminó hasta los 18 meses». Por cierto, los pediatras os miramos atentamente a los papás, a veces sin ningún tipo de disimulo, lo reconozco. 🙂 Pero es totalmente necesario. Ya se sabe: quien a los suyos se parece, honra merece.

Quinto: si los percentiles provocan «competiciones» verbales en el parque y en la puerta del colegio («mi niño se sale de las tablas», «pues el mío nunca ha llegado a entrar en ellas»…) ocasionando bastantes quebraderos de cabeza a los progenitores, el asunto de los hitos del desarrollo no se queda atrás. Culo veo, culo quiero. Y acerca de esto, proclamo: que levante la mano quien no se haya preocupado porque su hijo aún no camina, o aún no hace frases. Seas pediatra, maestro, fontanero o astronauta. Yo reconozco haberme agobiado porque Miss Trotona no dijo ni pío hasta los dos años largos… aunque también es verdad que en todos lados cuecen habas.

Sexto: para evaluar el desarrollo global de un niño no es suficiente con consultar las tablas de hitos del desarrollo y ya está: qué va. Pasa lo mismo que en la valoración de la curva de peso y talla, no basta con mirar el percentil y punto. Al pediatra le preocupará un niño que siempre ha ido en el percentil 70 de talla y en pocos meses se coloca en el 20, por muy normal que sea el percentil 20. Lo mismo sucede con el desarrollo: el que mejor puede discernir si éste no es el adecuado es el pediatra de cabecera del niño y por supuesto el neuropediatra. Aunque ya sabéis lo que pienso, porque lo he contado otras veces: doy mucha importancia a lo que me cuentan los padres, y si éstos dicen que les parece que el desarrollo del niño no es normal… me pongo en alerta. Para mí, en la mayoría de los casos, lo que me dicen los padres va a misa.

Observar cómo nuestro retoño va superando hito tras hito es de lo mejorcito que tiene ser padres, y antes de darnos cuenta estamos mandando por whatsapp –cada loco con su tema– a todos los abuelos y tíos el vídeo de la primera vez que dice pa-pá (que manda narices pero siempre lo dicen antes que ma-má). 🙂 Y también es divertidísimo, sobre todo en lo que al lenguaje se refiere (aquí y aquí encontraréis unas cuantas perlas lingüísticas reales como la vida misma).

Por otro lado, hay habilidades determinadas que, sin venir en ningún test o tabla, llenan de orgullo y satisfacción al infante protagonista. Tal es el caso de mi sobri Campanilla, que últimamente ha aprendido a chasquear los dedos y está todo el día haciéndolo, igual que cuando aprendió a silbar y nos puso a todos la cabeza como un bombo… 🙂

En fin, me callo ya, que ya se sabe que por la boca muere el pez… no sin antes descubrir el motivo de tanto dicho y refrán en este post: hoy quiero felicitar a mi amiga la Dra. Ingridbergman, que ya es doctora de verdad pasando además el trago de leer la tesis con un bombo de 38 semanas. De todas las personas que conozco, es la persona que más refranes por hora suelta. 🙂 Enhorabuena, doctorina, y esta es mi cita para tí: lo que sorprende, sorprende una vez, pero lo que es admirable lo es más cuanto más se admira. 

¡Hasta la próxima, amigos villamoquistas!

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