Me lanzo a escribir un post acerca de algo que me han preguntado, y mucho, a lo largo de los últimos años: «Quiero que mi niñ@ estudie música, ¿Cómo lo hiciste tú, Sara? ¿Merece la pena?«.
Mis dos hijas cursan estudios de música en el Conservatorio. Voy a intentar desgranar el por qué quisimos sus padres que así fuera, y el cómo, que es lo que más me consultáis.
¿POR QUÉ?
Es fácil de sintetizar: mi consorte estudió música de niño y adora la música, y yo estudié música de niña y adoro la música… ¡Más claro, agua! 🙂 Queríamos lo mismo para nuestras hijas. Los beneficios que la formación musical tiene en el desarrollo infantil están sobradamente contrastados (en matemáticas, lenguaje, control del propio cuerpo, memoria, atención… os recomiendo leer al respecto: por ejemplo esto), aunque nosotros no nos movíamos sólo por este motivo. Queríamos que las niñas disfrutaran, y para ello nada mejor que poder ellas mismas tocar y cantar, no sólo escuchar. Por otro lado, la responsabilidad que han adquirido a lo largo de estos 5 años para poder compaginar sus estudios de música con el colegio sé con seguridad que las ayudará mucho en el futuro para organizar su tiempo y optimizar su capacidad de desempeño.
¿Cómo?
Quiso el destino que acabásemos viviendo cerquita de uno de los conservatorios públicos de Madrid, así que desde el principio fue nuestra primera opción. Para ingresar en un conservatorio hay que hacer una prueba de acceso, que cada centro avisa con suficiente antelación (normalmente la primavera anterior al curso que se pretende iniciar; estamos a puntito por tanto). Un niño puede empezar desde cero, es decir, en 1º de enseñanza elemental (EE), u optar por incorporarse en un curso más avanzado (segundo, tercero o cuarto de EE, o enseñanza profesional, EP). En el primer caso, la prueba de acceso evalúa primordialmente las APTITUDES (y actitudes) musicales de un alumno; es decir, se valora sobre todo que tenga OÍDO musical para la melodía y el ritmo; pero no es necesario que sepan nada de música en absoluto. En cambio, para incorporarse a cursos más avanzados la prueba consiste en un examen de los contenidos requeridos (lenguaje musical e instrumento), es decir, el niño tiene que demostrar sus conocimientos ya adquiridos. Miss Trotona y Miss Berrinche hicieron la prueba de acceso a EE, es decir, para «partir de cero» en el Conser.
En cuanto a la edad: casi todos los centros recomiendan que para comenzar 1º de EE el niño tiene que tener un mínimo de 8 años, es decir, hacer coincidir ese curso con 3º de Primaria. Esto es así, entre otras cosas, porque los contenidos de lenguaje musical requieren habilidades en lecto-escritura y matemáticas básicas. Pero, por otro lado, es bien sabido que cuanto antes se empiece con el instrumento, mejor… así que en nuestro caso nos lanzamos y presentamos a las niñas un año antes de lo recomendado, es decir, para que cursaran 1º de EE del Conser con 2º de Primaria. Un año Miss Trotona y al siguiente Miss Berrinche. ¡Y pasaron la prueba! y ahí están las dos… 🙂
…Pero si volviera atrás, reconozco que no habríamos corrido tanto, probablemente: los primeros años les costó bastante entender Teoría de lenguaje musical (y más cosas), así que si volviésemos al pasado las presentaría un año después, con 8 años. Pero tened en cuenta que esta es mi opinión y que habrá padres que opinen exactamente lo contrario.
Y ¿cuánto tiempo les lleva? ésta es la pregunta del millón que todo el mundo me hace… Pues a ver: por un lado están las horas de clase y por otro el estudio en casa. En general (hay variaciones según centros), las clases son unas 4 horas a la semana: 2 horas a la semana de lenguaje musical, 1 hora de instrumento, 1 hora de coro y/o 1 hora de orquesta. Hay familias que prefieren juntarlo todo en dos días a la semana y otras, en cambio, prefieren ir cada día una hora… nosotros, como vivimos cerca, nos da un poco igual.
¿Y de estudio en casa? pues, como en el colegio, creciente a medida que suben de nivel. Pero en líneas generales y a lo largo de enseñanzas elementales, con tocar 20 minutos al día (aunque algún día no se puede…) y emplear media hora o una hora a la semana (durante el fin de semana) para lenguaje musical, al menos nosotros nos hemos apañado. Cierto es que, como nosotros hemos estudiado música, podemos explicarles; y el tiempo neto quizá sea menor.
En cualquier caso, mis hijas siguen teniendo muuuuuchos ratos al día de «Mamá, me aburro. Mamá, qué hago… mamá, déjame el iPad». Una vez terminados los deberes y el estudio del colegio y conservatorio, se entiende. Así que por el momento y hoy por hoy, van bien de tiempo, aunque no sé lo que durará esto ya que tenemos la ESO a la vuelta de la esquina. 🙂
Otro apunte que debo hacer es que el conservatorio de ahora no es el que yo viví en los años 80-90. Ahora es mucho más satisfactorio para el niño estudiante: tocan y cantan en grupo desde el principio y además el peso de la docencia la lleva el instrumento. 🙂
Mi conclusión a día de hoy es que, si volviera atrás, volvería a matricularlas en el Conservatorio. 🙂
Aquéllos que queráis, ya sabéis que podéis consultarme al correo del blog unfonendoenvillamocos@gmail.com
Hasta el próximo -e imprevisible-post! 🙂