Querido residente mayor…

…Que estás a punto de terminar la residencia.

Me gustaría dedicarte unas palabras, al igual que hice cuando estabas a punto de comenzar esta experiencia vital que supone la especialización vía MIR.

A medida que has ido creciendo en años de residencia, el número de consejos que puedo humildemente darte ha disminuido en cantidad, pero espero no lo haya hecho en calidad. Cierto es que no soy tutora de residentes, o al menos no lo soy aún, pero durante tus años de resi mediano habrás comprobado (si has rotado o hecho guardias conmigo) que insisto bastante en que aprovechéis para intentar publicar,  y presentar cosas a congresos; y también en que os lo paséis muy bien por el camino, que disfrutéis, pero que tengáis siempre presente que también tenéis que estudiar, estudiar y estudiar. Y lo dice una que estudió poco en su primera residencia y que paradójicamente -porque tenía dos niñas pequeñitas- estudió más en la segunda. Resis medianos: siento si he sido y soy pesada, pero más sentiría no haberlo sido, creedme.

No obstante, este post va para ti, residente de último año.

Dependiendo del sitio en el que te hayas formado, estarás experimentando más o menos vértigo: quizá tus coerres ya hayan repartido sus currículos por todos los hospitales habidos y por haber, pero tú estás perdido (y ansioso) porque no sabes por dónde empezar; o puede que suceda todo lo contrario: has repartido tu currículum por decenas de hospitales en varias ciudades y ahora te agobia decidir; o puede ser que no hayas movido ficha porque sabes que te quedas con contrato de guardias en tu hospital; o a lo mejor tenías planeado desde que eras erre 1 que regresarías a tu lugar (ciudad, comunidad autónoma, país) de origen. Sea como fuere, dentro de unos pocos días tu vida va a cambiar: serás médico especialista, nada más y nada menos. 🙂

Insisto en que, ante todo, te ofrezco estos consejos humildemente: no tengo tantos años de experiencia. Ni muy joven ni muy veterana: estoy «entre medias», camino de cumplir 42. Y de hecho, tampoco he trabajado en muchos hospitales; mi trayectoria ha estado básicamente ligada al Hospital La Paz, en Madrid. Venga: allá voy con mis consejos para vosotros, muchos de los cuales surgen fruto de lo que aprendí de mis errores, porque los he cometido y he intentado aprender de ellos.  🙂

Confía en ti, ¡confía en ti!

Que confíes en ti, coño caray. No te dejes amedrentar por el efecto «responsabilidad de adjunto». Como tú, están todos los demás que acaban la residencia y de un miércoles por la tarde a un jueves por la mañana pasan de ser residentes a adjuntos. No lo vas a hacer peor que los demás, porque nuestro sistema MIR es pistonudo y has salido bien formado (y lo sabes). Yo te he visto enfrentándote con el ceño fruncido a la dosis de tu primera amoxicilina cuando eras erre 1, y ahora no te amedrentas calculando perfusiones varias. Sí; ahí estabas hace cuatro años en tu primera guardia, dudando de si el síntoma era muy grave, muy leve o todo lo contrario, y ahora «hueles» al paciente enfermo según lo ves entrar por Urgencias, y actúas. Has crecido mucho, ¡echa la vista atrás y lo comprobarás! Es así y debes sentir orgullo. Pero dicho esto, debes ser consciente de que:

EL APRENDIZAJE NO HA TERMINADO.

Pues claro que no. Nunca va a terminar. Aunque esto seguro que lo sabías: los médicos seguimos aprendiendo siempre, siempre. Pasiva y activamente. Si te doy este consejo es porque creo que has de tener presente que tu mente debe seguir abierta a los cambios que la evidencia científica trae; porque creo que debes seguir estudiando (soy cansina, ¿eh?); y porque creo que debes cuestionarte los diagnósticos y los tratamientos de tus pacientes cada día, por si acaso. Pero sobre todo porque no te imaginas el potencial que tienes para crecer, ahora que te has especializado en un campo. Sí, tienes mucho potencial: no dejes que se desinfle. Cuanto más sabes, más aprendes, y no al revés.  Así es esto de la Medicina.

NO TENGAS MIEDO A CAMBIAR DE HOSPITAL.

A veces es ésta la única opción para seguir haciendo lo que nos gusta, pero el arraigo a nuestro centro, ése que nos vio crecer como residentes, nos paraliza para seguir. Creedme: familiarizarse con nuevos volantes de analítica, con otros programas informáticos o con nuevos comedores de guardia, no lleva más que un abrir y cerrar de ojos. Sopesad los pros y contras y elegid según éstos, pero nunca basándoos en el temor a cambiar de centro hospitalario. La Medicina, que es el arte que ejercéis, es la misma en unos hospitales y otros, y eso es lo importante.

TEN INICIATIVA.

Siempre he dicho que, cuando un residente se esfuerza, aprende mucho de sus adjuntos, de sus erres mayores  y de los artículos y libros que lee. En la jerarquía sanitaria, el orden natural de las cosas es, a priori, ése: residente aprende de adjunto. Pero hay residentes excepcionales -entre los cuales yo NO me incluyo, vaya por delante- que con su iniciativa, estudio, creatividad y arrojo, consiguen que sus adjuntos aprendan de ellos. Tengo la enorme suerte de haber coincidido con algunos. Mi consejo es: no seas tímido, propón proyectos que hayas masticado previamente. Presenta a tu servicio tus ideas, pero hazlo de forma estructurada, trabajada. Incluso en formato Power Point o Word. Te llevarás sorpresas. Eso sí, en relación con este punto:

TEN EN CUENTA QUE MUCHAS INICIATIVAS NO SALDRÁN ADELANTE.

…Pero siempre aprenderás de ellas. Créeme: pasar 10 horas elaborando un proyecto para una beca que finalmente no te otorgan NO es tiempo perdido. La estructura en la redacción del texto, tu planteamiento al comité de ética de tu hospital, tus tomas de contacto con otros servicios para pedir colaboración -etc- te ayudan a ganar experiencia. Porque ahora es tu momento de eso precisamente: GANAR EXPERIENCIA. ¿Te vas a quedar quieto? …No lo hagas, sigue, con ilusión. Y de nuevo: si no sale a la primera, saldrá a la segunda, o a la quinta, pero saldrá, y por el camino habrás aprendido. Te lo dice una que tiene dos tesis abortadas por falta de tiempo pero aun así ha aprendido de ellas, y no las considero, a toro pasado, tiempo perdido. Pero volvamos a las bases, a lo que nos ocupa:

SIGUE ESCUCHANDO Y MIRANDO AL PACIENTE.

Y digo «sigue» porque esto es algo que inculcamos a los estudiantes de Medicina y a los residentes, pero no lo podemos perder bajo ningún concepto con el paso de los años y el aumento de nuestra experiencia. De ninguna manera. Escuchar y observar, es decir, ANAMNESIS Y EXPLORACIÓN FÍSICA. En mayúsculas las pongo, porque no puede ser de otra forma. Si tratas niños, escucha a los padres, si tratas ancianos, escucha a los hijos, y en todos los casos, escucha al paciente. Y después explóralo, concienzudamente. Por cierto, no creáis que no soy consciente de que en ocasiones no he cumplido con lo que acabo de manifestar; lo reconozco, seguramente ha sido así. Pero ya he dicho que estos consejos se basaban, en gran parte, en mis errores. 🙂

Niña temerosa, obra de Emma Cano (habitual de este blog, aunque sabed que no nos conocemos ni nos une ninguna relación, simplemente me encanta su arte).

REspeta siempre a los médicos mayores.

Entre mis consejos cuando eras R1, te decía que escuchases y aprendieses de Enfermería. Esto, ahora que acabas tu residencia, ya no hace falta que te lo diga, porque lo sabes de sobra: seguro que lo has experimentado en tus carnes unas cuantas veces, saliendo airoso de múltiples situaciones gracias a ell@s. Pero quizá te ha pasado, ahora que eres «mayor», que has tenido la tentación de desoír la opinión -diagnóstica o terapéutica- de tu adjunto veterano, próximo a la jubilación. No lo hagas nunca. Nunca. Hazme caso, escúchale siempre. Aunque luego seas tú el que decide, escúchale. No infravalores jamás el hecho de que, en Medicina, la experiencia tiene más peso, probablemente, que en muchos otros oficios.

te deseo mucha suerte y te transmito muchos ánimos.

Sobre todo si vas a ejercer en España, que es lo que yo conozco. Lo que has ido observando durante tus años de residente es cierto: las condiciones laborales de los médicos en nuestro país NO son buenas, al menos si las comparamos con otros sectores. Siento decirte que es más que probable que tengas contratos temporales durante bastante tiempo. También es posible que firmes contratos de un día de duración y, también, que trabajes gratis. Además, si las cosas no cambian, ya sabes que te quedan aún exámenes por delante para conseguir una plaza. Aparte de esto, siento comunicarte que nuestros sueldos no son una maravilla; no esperes ganar mucho más respecto a tu etapa de residente. En definitiva, podría decirte que «mal de muchos, consuelo de tontos» pero no debo hacerlo, porque creo que en nuestras manos está reivindicar un futuro mejor para los médicos en nuestro país. Así que al consejo de «ánimo» añado: «pelea y reivindica». Nuestro trabajo ES importante, y mucho. Luchemos porque así se reconozca.

Para terminar…

Gracias a mis amigas y colegas Dra. Rayoquenocesa, Dra. Ingridbergman y Dra. Spock por sus valiosas aportaciones, una vez más.

Y ahora sí, para finalizar: os traigo la famosa frase del patólogo José de Letamendi (1828-1897): «El que sólo sabe de Medicina, ni Medicina sabe». Para mí, esta frase encierra una lectura directa: cuida a la parte de tu persona que no es médico, cultiva tus aficiones,  crece en conocimientos, profundiza en tus inquietudes. Si has llegado hasta aquí es porque has trabajado duro y has estudiado mucho. Pero, a menudo, la cantidad de trabajo que nos llevamos los médicos a casa (charlas que dar, capítulos que escribir, artículos que -intentar- publicar, la enfermedad nueva que estudiar…) nos quita mucho de nuestro tiempo libre y nos hace descuidar nuestras otras facetas. Por eso, no me cansaré de decirlo: si te gustó la historia, sigue leyendo. Si te llamó el arte, sigue dibujando. Si eres deportista, continúa entrenando. Si te gustó la música, sigue tocando. No dejes de SER HUMANISTA, en definitiva, la cual, creo yo, es una cualidad presente en la mayoría de los médicos.

Feliz viaje y mucha suerte, residentes mayores. 🙂

La sorpresa.

Os decía en mi último post que habría sorpresa pronto; y como soy muy mala para guardarme para mí las noticias en general y las sorpresas en particular, no me resisto y ya lo suelto todo hoy aquí en mi blog, con el trasfondo de un día típico asturiano, con algo de bochorno, neblina, y olor a sidra y parrochas en el ambiente; porque sí, estoy de vacaciones en Villabígaros, que como muchos habréis adivinado, no es otro lugar que Luanco, el pueblo de mis eternos veraneos de la infancia y al que siempre tengo que volver; y en el que, con graznidos de gaviotas como banda sonora, he meditado si largar o no; y me ha parecido que sí, que lo cuento todo; porque toda confesión implica un nivel de compromiso que me vendrá muy requetebién en el futuro próximo.

Todo empezó en un húmedo y frío Lloviedo (hay que reconocer que no era necesaria demasiada sagacidad en los lectores villamoquistas para deducir que dicha ciudad es Oviedo), en diciembre de 2016, concretamente el día 8, en pleno puente de la Inmaculada Constitución; día en el que servidora cumplió veinte años (en cada pata); y día, también, en que celebré un fiestorro al que mi memoria podrá siempre viajar para solazarse, porque me hizo enormemente feliz ya que me trajo emocionantes sorpresas; siendo una de ellas contemplar a mi consorte, o sea Ironman, es decir, Miguel (que a estas alturas del blog ya es mejor ponerle nombre), y a mis criaturas, Miss Trotona y Miss Berrinche (a la sazón Carmen y Rocío), subidos en un escenario con la inestimable compañía del Tito Geólogo (es decir, mi cuñado Rafa), versionando only for my eyes dos canciones de Platero y tú; y siendo otra sorpresa aún más inesperada la que recibí al llegar, agotados todos, a casa del Abu Astur (o sea, mi padre, el abuelo César), de madrugada, cuando mi querida tribu ya mencionada me entregó el último de los regalos del día; presente que me dejó sin palabras y un pelín temblorosa, pues consistía nada más y nada menos que en un contrato de autopublicación. Sí, ladies and gentlemen, mi querido compañero de andanzas villamoquiles –o sea mi marido-, en un arranque basado en la fe ciega que al parecer tiene en mí como escritora de lo que viene siendo un LIBRO, decidió hacerme semejante regalo al cumplir treintaytodos, dejándome no sólo muda y temblequeante sino también llorosa.

Hete aquí, no obstante, que no pude asumir tal reto durante los meses siguientes por abundancia de trabajo atrasado de lo mío, es decir, la reumatología pediátrica.

Y en éstas estaba yo, ilusionada con mi contrato de autopublicación bajo el brazo y dejando acabar el curso para ponerme a escribir, cuando recibí un email en el correo del blog. Decía la misiva, ante mi atónita mirada, que OTRA editorial había leído mis erráticos escritos y tenía la intención de publicar a una incrédula servidora. No autopublicación; sino método «tradicional».

O sea, muy fuerrrrrrteeeee.

Con sidra no se brinda, directamente se celebra. 🙂

Y en ese punto me hallaba, entre que me lo creía y no, incluso habiendo comprobado una y otra vez que no había leído mal y que realmente una editorial me había contactado (#oseamuyferrrrrrteeeee), cuando decidí con todo el morro pedir ayuda a CP (escritora entre otras cosas) y al letrado JB, compis del cole; y me asesoraron DE LUJO (mil gracias; sabéis que correrán sidras de mi cuenta, o lo que ustedes queráis, hermosos). Finalmente me decanté por la segunda opción (publicación tradicional).

Así que, una vez habiendo anunciado la noticia a mis próximos, que tanto me aguantan (sobre todo la Tita Geóloga, es decir, mi hermana Silvia), y dicho todo esto, lo anuncio aquí en mi inconstante blog. Porque pienso que, de esta forma, no habrá vuelta atrás. 🙂

Por lo tanto y concluyendo: os cuento que, con más miedo que vergüenza… voy a escribir un libro.

Y que sea lo que Zeus quiera. 🙂

 

Día de las enfermedades raras.

Hoy, 28 de febrero, cumple de mi padre el Abuastur, es según me recuerda Instagram y Facebook el día de las Enfermedades Raras; así que me he decidido a publicar algo al respecto, porque éstas forman parte de mi día a día.

Sí, los reumatólogos pediátricos tratamos enfermedades que pueden considerarse raras: las enfermedades autoinflamatorias. Recientemente descritas porque han sido recientemente comprendidas, auque hayan existido toda la vida, suponen un reto tanto para el diagnóstico como para el tratamiento. Las enfermedades autoinflamatorias, de las que algún día hablaré en el blog, están aún «en pañales», si las comparamos con muchas otras enfermedades pediátricas.

Ejemplo de enfermedades autoinflamatorias son la fiebre mediterránea familiar, el TRAPS, el CINCA, el CANDLE, el síndrome de Blau, el HIDS, el PAPA,… ¿A que nunca habíais oido estos acrónimos y estos nombres? … Como he dicho, un día las traeré al blog.

Pero lo que yo quería transmitir hoy aquí es que:

Lo que verdaderamente hace falta para avanzar en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades raras en general y las autoinflamatorias en particular es INVESTIGACIÓN. Que haya fenómenos virales en las redes sociales de gente tirándose cubos de hielos encima o tapándose media cara con la mano está bien, porque da visibilidad a estas patologías. Pero no nos engañemos; lo único que va a mejorar el pronóstico y por tanto la vida de estos pacientes es que se investiguen las causas de sus enfermedades y se ensayen medicamentos para las mismas. Hace falta, desde arriba, impulsar nuevas estrategias de investigación y apoyar las ya existentes. Y eso cuesta dinero.

Hay mucho potencial en España en lo que a investigación biomédica se refiere. No perdamos la esperanza de que, algún día, este potencial sea más favorecido y apoyado «desde arriba».

He dicho. 🙂

Proyecto ConCienciArte.

Hoy, entrada cortita para poner en conocimimento de cuantos más, mejor, este proyecto.

Como algunos sabéis, parte de las enfermedades que un pediatra especializado en reumatología pediátrica atiende son enfermedades consideradas raras. Dentro de éstas, hay un grupo –las enfermedades autoinflamatorias–  que aún se conocen poco incluso dentro de la propia comunidad médica porque se han ido describiendo recientemente. De hecho, el nombre que las engloba (enfermedades autoinflamatorias) también es «nuevo» en Medicina (no llega a 20 años).

No obstante, también hay que decir que algunas de ellas se describieron hace siglos, como por ejemplo la Fiebre Mediterránea Familiar. Lo que pasa es que ha sido hace poco cuando se ha comprendido el por qué se produce, y resulta que es una enfermedad autoinflamatoria.

Otro día hablaré de ellas, seguramente. Pero lo que hoy os quería contar es que la investigación en estas enfermedades es muy necesaria, porque muchas de ellas aún no se comprenden bien y carecen de tratamiento adecuado. Y sin soporte económico, no hay investigación… Así que echad un ojo a este link, aquéllos que sois un poco o un mucho artistas, que no voy a decir nombres pero entre los lectores de este blog hay unos cuantos dibujantes, pintores y/o ilustradores, y pensaos si os apetece participar. 🙂

Aquí tenéis la info:

Proyecto ConCienciArte

 

 

El día mundial del cáncer.

Yo nunca sé cuándo es el Día Mundial del Cáncer realmente, porque son tantos los «pásalo» que circulan por Facebook y Whatsapp que comienzan con «Hoy es el día mundial del cáncer,…» que a veces me da la sensación de que es varios días al año.

Para el caso, da igual, si hablo hoy de esto es porque me ha surgido así tras leer esta entrada: «Ni batallas ni perdedores…» en la que se reflexiona sobre la puñetera equiparación de esta enfermedad con una «batalla» que un paciente debe pelear, y luchar, y afrontar, y vencer. Como un jodido héroe. Y no es así.

No es así, simplemente porque el cáncer es una putada enfermedad a menudo muy grave en la que, creedme, las posibilidades de curación poco tienen que ver con el ánimo luchador del paciente. El curarse o no depende del tipo de cáncer (no es lo mismo un basocelular de piel que un microcítico de pulmón), de la situación basal del enfermo (no es lo mismo ser un joven de 20 años sin otras enfermedades que un señor de 68 con diabetes y bronquitis crónica), del estadiaje del tumor (más localizado o más extendido), y de muchas otras variables que la Oncología escudriña cada día al afrontar otro nuevo caso.

Y me parece que transmitir a un paciente que acaba de enterarse de una noticia que es verdaderamente una mierda descorazonadora, que tiene que ser «valiente y optimista» y «luchar y pelear», es una putada desacertada actitud. Porque, encima de estar enfermo, encima, resulta que se le exige que luche, cuando no se ha encontrado más débil en toda su vida, y se le exige que sea optimista, cuando jamás se ha encontrado más desolado. Pero, ¿qué coño necesidad hay de esto? Manda huevos.

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Mi madre pasó por uno de los cánceres más devastadores que hay: adenocarcinoma de páncreas que al diagnóstico era ya incurable. Y creo que sufrió más de la cuenta precisamente por eso, por «pelear» como se esperaba de ella que «pelease». Hubo muchas veces que, seguro, prefirió quedarse en casa con su sofá y su manta, pero como se suponía que había que echarle huevos se vistió con la ropa que encontró adecuada a sus decenas de kilos perdidos, se puso la peluca que odiaba porque le picaba y le daba calor, e hizo el esfuerzo enorme (puesto que estaba tremendamente debilitada) de ir a bodas, bautizos, comuniones, y lo que se le pusiera por delante. Seguro que, en parte, lo hacía por nosotros, su familia; pero estoy convencida de que también se amoldaba a lo que creía se esperaba de ella.

Pues no estoy de acuerdo. Al enfermo de cáncer hay que cuidarlo. Hay que darle lo que le apetezca. No tiene que luchar, es la medicina la que tiene que luchar por él. Porque los cánceres con buen pronóstico se curan con ciencia, no «luchando», y los que tienen peor pronóstico se curarán en el futuro con lo mismo: investigación y trabajo. Además de la prevención, la prevención, así en negrita. Qué batalla ni qué niño muerto batalla, seamos serios. O al menos, no seamos crueles: ¿O es que mi madre, como tantos otros, perdió esa batalla? ¿Luchó poco? ¿No fue lo suficientemente valiente? ¿O será que su estrategia bélica no fue acertada? Nos ha jodido Anda ya.

Mamá, lo hiciste DE PUTA MADRE lo mejor que pudiste, que nadie diga que perdiste.

Bueno, hoy salió el post lleno de improperios, pero… ésta también soy yo. 🙂

 

Curso de porteo.

Bien, pues aunque tenía como propósito de año nuevo publicar más veces y posts más cortos, ya queda visto que no lo estoy cumpliendo; no sé si a todos los bloggers les pasa, pero a mí sí: hay días que tengo muchas cosas que contar, y luego vienen rachas de auténtico secarral creativo. 🙂

Lo fácil sería hablar hoy de temas candentes esta semana, como la OPE para pediatras en Madrid (búsquese en twitter el hashtag #opetrampa), o el desabastecimiento -de nuevo- de vacuna Bexsero, o la Serratia…

Pero no: hoy vengo a compartir la noticia de un curso de porteo (ERGONÓMICO) por y para profesionales sanitarios. Toda la información la ha publicado aquí mi compañera María:

Formación en porteo para profesionales de la salud por Mi Mamá Ya No Es Pediatra

Y, ¿por qué habiendo otras noticias pediátricas esta semana prefiero destacar ésta? Pues muy sencillo: creo que el porteo ERGONÓMICO sigue siendo desconocido para muchos de los profesionales encargados de la salud de los niños, y por supuesto, también para las familias. Es más: muchos pediatras lo miran con escepticismo y cierto grado de desconfianza y prejuicio, «porque seguro que esa madre que portea es una hippy antivacunas y tal» (comentario que he oído no una, sino decenas de veces). Pues bien, no. El porteo (¡ERGONÓMICO!) tiene muchos beneficios para madre e hijo y cada vez hay más evidencia al respecto; por lo que, como pediatra que soy, en mi mano está intentar fomentar su conocimiento al igual que informo de los incuestionables beneficios de las vacunas o de los peligros de mantener los productos de limpieza al alcance de los niños (por ejemplo).

De Mi mamá ya no es pediatra

De Mi mamá ya no es pediatra

Si esto del porteo (ergonómico!!!) es algo que ni te suena o de lo que casi no has oído hablar, pero quieres saber más, 🙂 , aquí te dejo un post resumen que escribí en su día.

PD: el curso anunciado más arriba DA CRÉDITOS. Ahí lo dejo, en estas épocas convulsas de OPEs desproporcionadas… 🙂

 

 

Azúcar: cuanto menos, mejor.

Seguro que todos os habréis dado cuenta de que la preocupación y la alerta sobre el excesivo consumo de azúcar que existe en la población general está creciendo exponencialmente durante los últimos meses.

Y sois unos cuantos los que, sabedores de mis tendencias a la curiosidad científica y al frikismo a partes iguales, me habéis preguntado si realmente es para tanto, o si es una moda «como ha pasado con el gluten, o con la leche de vaca, o como el aceite de oliva que antes era muy malo y ahora es muy bueno…» 🙂

El tema es complejo de resumir, pero sintetizaré comunicando -con total consciencia de lo que estoy diciendo- que SÍ, QUE CUANTO MENOS AZÚCAR, MEJOR.

Por tanto: ¿Qué no pretendo con este post?

No pretendo exponer de forma pormenorizada las consecuencias fisiológicas de la ingesta excesiva de azúcar.  No, porque no soy una experta en nutrición, ni mucho menos; soy médico (especializada en pediatría y reumatología pediátrica), aunque intento estar al día. Y hace tiempo que se oyen campanas al respecto… En Medicina, aquello de que «cuando el río suena agua lleva» acaba derivando a veces sí, y a veces no, en hechos demostrados por la «Medicina basada en la Evidencia».

Y la evidencia ha hablado: sólo con poner «Sugar Intake Children» en Pubmed (el buscador de artículos médicos por excelencia) se nos ofrecen 3672 resultados. La preocupación surge al comprobar que la alta ingesta de azúcar refinado aumenta las probabilidades de sufrir diversos problemas de salud, como obesidad, síndrome metabólico, diabetes, cáncer, caries… Como en otras tantas situaciones, nuestro cuerpo se rebela contra aquello para lo que no está diseñado; y no está diseñado para consumir tanto azúcar. Pensad que hace cuatro días estábamos en las cavernas… 🙂

Porque el azúcar, mal que nos pese, no es un alimento necesario. Me refiero al azúcar refinado, que es un tipo de hidrato de carbono. Hay muchos otros hidratos de carbono en la dieta (el almidón del arroz, la fructosa de la fruta) que desde siempre han formado parte de nuestra dieta (de nuevo: hablo de milenios, no de décadas). El caso es que en los últimos años cada vez se ha ido incluyendo más el azúcar refinado en todo tipo de alimentos: galletas, cereales para el desayuno, cereales para los bebés, alimentos precocinados, verduras enlatadas, zumos, refrescos, ¡en todos lados! Es muy, muy difícil, conseguir comer evitando al máximo el exceso de azúcar.

Como os decía, no voy a extenderme en explicar los efectos deletéreos del azúcar porque otros ya lo han hecho muy, muy bien. Así que, para aquéllos a los que pillen de sorpresa estas afirmaciones, os recomiendo bucear por:

Sinazúcar.org

Preguntas y respuestas sobre azúcar y salud. 

Las fotos que muestran el azúcar oculto de tu comida (el Comidista)

Las entradas acerca del azúcar de Mi dieta cojea

Consejos para reducir su consumo sin morir en el intento, de Dime qué comes.

Cómo no, a Julio Basulto 🙂

Y por supuesto a Juan Revenga de El Nutricionista de la General

Y, ¿Qué pretendo con este post?

Pues convencer a todo el que me lea de que consumimos demasiado azúcar y no debería ser así. Digo esto porque sigue habiendo mucha conciencia generalizada de que «el cerebro necesita azúcar«, «para crecer se necesita azúcar«, y por supuesto, que «los niños necesitan azúcar«. Pero no: creedme, no es así. También es curioso cómo la industria alimentaria disfraza el azúcar de sus productos, a nivel publicitario, como «energía». En general, cuando oigas en un spot: «Energía para tus hijos a la hora del desayuno…» no tengas ninguna duda de que el producto en cuestión estará probablemente llenito de azúcar (que no necesitan). Y sí, hay que leer las etiquetas. Me ha gustado este artículo:

Azúcares: cómo intoxicamos a los niños sin saberlo

Y para los que me habéis preguntado que si «lo de que el azúcar es malo» es un moda:

No, temo que no. En cierto que alimentos que antaño se consideraban poco saludables a día de hoy son recomendados (por ejemplo, el aceite de oliva) y que hay modas que no se sostienen por la evidencia (como la cruzada contra la leche de vaca o el gluten) pero otras veces, la mayoría, no es así: la Medicina se posiciona cuando realmente hay evidencia, «pruebas científicas irrefutables», vaya. Como no hay nada más gráfico que un ejemplo, aquí os lo dejo:

Imagen sacada de Tecnoxplora en esta entrada: http://www.tecnoxplora.com/ciencia/divulgacion/tabaco-venderse-como-medicina-resultar-veneno_2014050557fca2750cf2a2e945ba1601.html

Imagen sacada de Tecnoxplora en esta entrada

Estaréis de acuerdo en que no se mira igual al tabaco ahora que hace 20 años, ¿verdad? Bien… pues es posible que con el azúcar acabe pasando lo mismo. 🙂

 

Mi 2016.

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Enero fue una porquería de mes, así que pasapalabra [Ellas: No, mamá, acuérdate de que compramos por fin la tele grande. Mami, Enero moló por eso]. [Yo: Vaaaale]; en febrero me disfracé de tres cosas distintas en 24 horas, algo que no había hecho en mi vida, y me enganché a la sopa de miso; todo esto, en Galicia, mirá vos, y mientras tanto, en Madrid, empezamos la búsqueda de los nuevos head quarters de Villamocos; en marzo, nuevamente disfruté como una enana esquiando, pero, sin duda, lo importante de este mes fue que aquí donde me veis OFICIÉ una ceremonia de boda, con un par, ea, con todo el morro, y ni tan mal… tenía su punto lógico: los novios son mis primos (que no primos entre ellos como dice la canción de Lorca, sino primos míos cada uno por su lado)… gracias, queridos míos, qué pena que el alcalde decidiera abortar la ceremonia por sus fueros antes de tiempo,… aunque, ¡siempre nos quedará la anécdota! 🙂 Abril fue el mes del año 2016 por excelencia: mi segunda sobrina vino al mundo mediante un parto feliz y sin complicaciones (pese a haber estado a punto de nacer la chiquilla en el portal de casa)… 🙂 Mayo fue un mes «montaña rusa» y punto pelota.. :-). Junio estuvo marcado por el fin de curso de las nenas, aunque este año (casi) todo el protagonismo se lo llevó Miss Trotona con su examen de pase de grado en el Conservatorio, que ella vivió básicamente con cero estrés y total jolgorio, alegría y cachondeo 🙂 … Julio y Agosto fueron meses de alternar un Madrid tranquilo con una Asturias que disfrutamos más que nunca, de buen tiempo continuo y gélidas aguas cantábricas (que tragué abundantemente, pero es que quién me manda a mi edad adentrarme en determinados deportes 🙂 )… Septiembre y la sempiterna vuelta al cole me pilló desprevenida porque faltaban las segundas vacaciones: repetimos Menorca, esta vez con nuestros amigos vidis, y acertamos DE PLENO; además, me engancho a Netflix;  Octubre,… por fin ME ATREVÍ A HACER ALGO que llevaba cavilando muchos meses, una pequeña locura muy pensada, con alguna tentativa previa que no había sido consumada: me corto el pelo más corto, casi, que nunca,… y al final resulta que no es para tanto, y de hecho quizá repita 🙂 ; Noviembre, congresos, empieza a animarse la pediatría con los primeros fríos, primer concierto del curso de las nenas, vuelvo a dibujar y pintar (una ilustración para la Dra. Spock); Diciembre cumplo 40 y tengo la mejor fiesta que podría haber imaginado, encontramos nuevo nido, y el año termina como está mandado: con buenísimos propósitos…

Hola, 2017, pareces majo, espero caerte bien 🙂

De la epidemia de bronquiolitis y otras noticias.

Estos días ha habido revolución en los medios, y sobre todo en las redes sociales, por el colapso que han sufrido las UVIs pediátricas con la epidemia de bronquiolitis (ejemplo aquí). Unos cuantos amigos me han preguntado que qué pasaba este año, que si había un virus nuevo como cuando la gripe A (que tampoco era nuevo, por cierto) y que si la situación era grave.

Pues bien, no es ni más ni menos grave que otros años. Me explico: la epidemia estacional anual de bronquiolitis por virus respiratorio sincitial (VRS) es tan previsible como la vuelta al cole, la cuesta de enero o los atascos de la operación salida. O sea, que sucede SIEMPRE, año tras año. Por ejemplo, escribiendo en google «bronquiolitis colapso» aparece esto, esto y esto. Qué casualidad, ¡noticias publicadas el 23 de diciembre del año pasado! Yo misma en este blog he hablado de la bronquiolitis puntualmente cada invierno: la primera vez aquí, la segunda aquí.

Y todo apunta a que la epidemia anual seguirá siendo igual -quizá unos años más agresiva que otros, pero con pocas diferencias- hasta que se invente una vacuna eficaz si es que llega a inventarse algún día, o se descubre un tratamiento efectivo (el sueño de todo pediatra).

Dicho todo lo anterior, los sanitarios que tratamos niños sí pensamos que hay algo «muy mejorable»: la falta de previsión en cuanto a dotación de medios que se vive año tras año. Os recomiendo encarecidamente que leáis esta fantástica entrada del blog Curar a veces, donde no se puede explicar mejor el tema del que hablo. Me quedo con la última frase: «A lo imprevisto responderemos lo mejor que podamos, gestionar lo previsible depende de nosotros».

 

Diagnosticar no es tan fácil como parece.

Desde que comencé a escribir el blog, hace ya dos años y dos meses, mis posts han sido más bien largos, y en cada uno desarrollaba el tema que me hubiera rondado la cabeza días atrás. Incluso, a veces, he anotado en el bloc de notas del iPhone «pinceladas» que quería plasmar en un futuro planeado post.

Últimamente me he visto de nuevo metida en más trabajo del habitual, así que he tenido que priorizar; el blog ha salido perdiendo. 🙂 No he pensado en ningún tema sobre el que escribir (exceptuando una colaboración con el blog Hablando de Geriatría, que tengo a medias) y por tanto mucho me temo que lo que publique de aquí a un tiempo va a ser un tanto improvisado.

Por ejemplo, ea, hoy: qué difícil es a veces diagnosticar. Y, a menudo, al menos no es tan fácil como parece.

Cuando me embarqué en esto de la Medicina, y hablo de mi época de estudiante, mis apuntes eran un arcoiris dependiendo de la sección en cada enfermedad. Etiología: en verde. Clínica: en rojo. Diagnóstico: en azul. Tratamiento: en naranja. Así visualicé todas y cada una de las enfermedades que estudié durante la carrera. El apartado azul era de los que más me costaba. No entendía, a menudo, por qué en una enfermedad infecciosa el cultivo ayudaba mucho, y en otra no; o por qué en una patología ósea el TAC era infinitamente mejor que la resonancia. También, adoraba -como casi cualquier estudiante de Medicina- la palabra patognomónico y lo que ello implica (síntoma que aparece únicamente en el marco de una enfermedad específica; es decir, DA el diagnóstico). 🙂 Todo esto es comprensible analizado ahora: la experiencia clínica construye al médico en un porcentaje mayor que los conocimientos previos, o eso creo. Siempre y cuando el médico siga estudiando, claro. 🙂

El caso es que al empezar a trabajar con pacientes ya me di de bruces con la realidad. A menudo el diagnóstico NO es fácil, porque los pacientes frecuentemente no tienen una sola enfermedad, o porque las pruebas diagnósticas están sujetas a una sensibilidad y una especificidad. Además, el proceso diagnóstico no depende casi nunca de una prueba, sino de la suma de varias, que actúan como las piezas de un puzzle. Y la verdad es que siempre queda alguna pieza descolgada («Al final todo apunta a que era infeccioso» «¿Y cómo se explica esa PCR baja a mitad de proceso?» «Pues no lo tengo claro»…). Una vez asumido esto, lo cual es fácil para cualquier galeno con que lleve sólo un mes trabajado, queda lo difícil: hacer entender a los pacientes y sus familias que el diagnóstico no siempre es sencillo. Fíjate si no lo es, que dio para una serie entera de bastantes temporadas (House). 🙂

Los que estéis preparando el MIR, superad la tentación de ver House. Os liará

Los que estéis preparando el MIR, superad la tentación de ver House. Os liará

«Lleva cinco días ingresado y no dan con lo que tiene», «Pues que le hagan más pruebas», «Dicen que parece un virus pero no le encuentran qué virus es», «Pues que le hagan un escáner completo»… son frases que oímos a menudo. Muchas están basadas en la concepción frecuentemente errónea que las series de televisión y las películas transmiten de la Medicina, pero la realidad es que, a menudo, una busca y busca y no encuentra. Eso, por no hablar de las sorpresas, que también se dan. En mi especialidad, las enfermedades autoinflamatorias nos ponen a menudo contra la espada y la pared. No es casualidad que la única enfermedad que el Dr. House no diagnosticó fuera un CAPS. 😉

Y no sé qué piensan otros médicos, pero en mi caso suelo optar por explicar a la familia del niño nuestra hipótesis, las dudas que nos planteamos y el plan diagnóstico que proponemos. Creo que el futuro de la Medicina apunta sin dudas al empoderamiento del paciente… pero eso es otro cantar.

Seguimos… 🙂