Hoy, 20 de octubre, hablo sobre conciliación. Aviso: no voy a tener pelos en la lengua en este post. En mi opinión, es absolutamente urgente un cambio en España. Lo que está ocurriendo en el ámbito laboral y familiar me parece inaceptable, teniendo en cuenta los millones de niños y progenitores que sufren por la enorme dificultad que existe en nuestro país para conciliar (hasta la palabra me disgusta) familia y trabajo.
Pero, ¿Cómo hemos llegado a esta situación? Muchos dirán que arranca en el mismo momento en que la mujer ha salido al mercado laboral, pero discrepo. El varón español lleva mucho tiempo trabajando hasta muy tarde. Cuando hace 5 años fui de viaje a Portugal, me sorprendió que el horario allí coincidiera con el «europeo». Porque, ilusa de mí, yo creía que lo de comer a las 3 de la tarde y cenar a las 10 de la noche era consecuencia del horario solar de España, que es el mismo que el de Portugal. Así que investigué, y me enteré de que en España las cosas no habían sido siempre así. Hasta hace 70 años, se comía a las 12-1 y se cenaba a las 7-8. Pero, en 1942, Franco decidió que España sincronizara sus relojes con Alemania, aunque estamos más al oeste (y eso Alicante, porque Galicia es mucho más occidental de hecho). Así que nuestra hora no va con el sol, pero… nuestra hipófisis y nuestro hipotálamo sí lo hacen, y por eso nos piden comer cuando el sol está más alto o dormir cuando es de noche. En fin. Spain is different, desde luego. Y no sólo es esta la diferencia con nuestros vecinos europeos: parar entre 2 y 3 horas para el almuerzo es algo typical spanish también. He leído que esta costumbre también es relativamente reciente (años 40-50, cuando por la crisis de la posguerra muchos trabajadores debían hacerlo a doble jornada; descansando algo más entre ambas, durante la comida).
Total: que vivimos en un país en el que los padres tienen un horario (que se extiende hasta la noche) y los niños otro. Donde, por eso mismo, muchos niños no están con sus padres por las tardes. Un país en el cual se duerme muy poco, porque cuando toda Europa está apagando la luz nosotros estamos encendiendo la tele. En definitiva, que no hay que profundizar demasiado para concluir que nuestro estilo de vida pasará factura a unos y otros. Pero, sobre todo, me temo que a los niños de esta generación. En las anteriores, las madres no solían trabajar fuera de casa, pero ahora la mayoría lo hacemos; básicamente porque así se nos ha exigido social y económicamente.
Y, con todo esto, y teniendo en cuenta que somos el único país que va a contracorriente, ¿Por qué no un cambio? Evidentemente no tengo respuesta, pero sí me aventuro a rebatir los argumentos que he encontrado cada vez que he planteado esta pregunta a propios y extraños. E, insisto, como siempre en este blog: estas opiniones son mías y sólo mías. Quien esté en desacuerdo, estoy dispuesta al debate. Argumentos, por tanto, en contra del cambio:
- No es momento de plantearse políticas de conciliación que reduzcan las horas de trabajo, porque atravesamos una importante crisis económica. No estoy de acuerdo. Ya ha sido comprobado en múltiples ámbitos empresariales que el trabajo basado en el alcance de objetivos y la flexibilidad de horario del empleado son medidas que aumentan la productividad. Además, no creo que los españoles seamos los únicos del mundo que lo estén haciendo bien.
- El horario partido fomenta las comidas de trabajo, que favorecen alcanzar acuerdos y cerrar negocios fructíferos en un ambiente distendido. No estoy de acuerdo. Lo mismo se puede hacer desayunando, momento en el que además la mente está fresca y mucho más activa.
- La ley de la oferta y la demanda hace imposible cerrar tu negocio a las 5 de la tarde cuando la competencia continúa trabajando hasta las 8. Lo siento, pero de nuevo no estoy de acuerdo, al menos en lo que a muchos sectores se refiere. Por la sencilla razón de que hace 25 años era necesario estar físicamente en la oficina para atender el teléfono (fijo). Hoy no es así, y se pueden hacer pedidos online y atender llamadas al móvil. Sé que esto no es aplicable a muchos trabajos que implican presencia, pero sí a gran número de ellos. Y, volvemos a lo mismo: el calentar la silla no debe ser la actitud esperada y premiada en el siglo XXI, digo yo… sino cumplir objetivos.
- Lo que más necesitan los niños es tiempo de calidad, no cantidad de tiempo. Me parece un argumento muy consolador, no os digo que no… pero me chirría. Los niños (sobre todo los pequeños) necesitan estar con sus padres cuanto más mejor. Esto lo tengo claro.
- La mujer ha luchado mucho por hacerse un hueco en el mundo laboral y no puede quedarse atrás. Esto me pone de los nervios: es que nadie debería «quedarse atrás», sea hombre o mujer, para desempeñar el trabajo para el que se ha formado en un horario que permita ejercer de progenitor. Si no es así, nuestro planteamiento social me parece que va francamente mal.
Y tengo más respuestas a otros tantos argumentos pero no quiero encenderme, que este blog no suele ser peleón. 🙂 Eso sí, quiero contar lo que veo día a día. Cerca del colegio de las niñas hay muchas cafeterías y restaurantes en los que por la mañana, tanto hombres y mujeres -prácticamente a partes iguales- que trabajan en las oficinas de la zona están desayunado o comprando sus cafés para llevar. Cuando recojo a las nenas a las 5 de la tarde y caminamos de vuelta a casa, esos mismos locales siguen llenos por las sobremesas de comidas de trabajo, a esas horas ya con los Gin Tonics… pero la proporción hombres/mujeres varía considerablemente. Más o menos, 6 a 1. No creo que haga falta que especifique. Y no os echéis encima de mí por lo que he dicho: es la verdad. Las que concilian -o lo intentan- son mayoritariamente las madres.
Y no puedo terminar el post sin manifestar mi agradecimiento al conjunto de Malasmadres que están peleando por hacer visible este problema, y han tenido la valiente y necesaria actitud de pasar de las palabras a los hechos lanzando una campaña en Change.org que -faltaría más- ya he firmado. Pero también a los padres (he dicho padres, no madres) que han entendido la importancia de estar presentes durante la crianza de sus hijos, y que cada vez son más. En mi entorno cercano tengo varios (hooooola, Ironman y Dr. Pyp!!!) 🙂 … pero creo que no son plenamente conscientes del paso gigante que están dando. Para que las políticas de conciliación calen, hace falta que los padres (no sólo madres) estén concienciados.
Ojalá a Miss Trotona y Miss Berrinche no les tenga que decir esa frase que tantas veces he dicho en los últimos años: «Si estoy con las nenas me siento culpable por no estar adelantando trabajo… pero si me siento al ordenador me siento culpable por no estar con las nenas».
Qué a gusto me he quedado escribiendo esto, ea. Si estás de acuerdo con lo importante que es para nuestra sociedad las políticas que mejoren la conciliación laboral, no estés callad@… porfa.
Lecturas que me han parecido interesantes:
http://www.publico.es/culturas/franco-desfaso-horario-espanol-sintonizar.html
http://elpais.com/elpais/2015/07/27/opinion/1438022698_745229.html
http://politica.elpais.com/politica/2015/07/15/actualidad/1436962049_624216.html
¡Hasta el siguiente post!