Post relámpago: paseo por Lloviedín del alma en el típico día de las vacaciones de Navidad. 🙂
Parada 1: vamos a comer oricios en la sidrería Gran Vía, un clásico en los meses de invierno para recargar mi tiroides de yodo y mi alma de salitre (Jodó, Ay que ver qué poeta llevo dentro).
Hija Adolescente: «Mamá, qué asco, por favor, no sé cómo puedes comer oricios, yo passsso«.
Hija Niña: «Mami, quiero bígaros, ¿Pedimos bígaros? Porfa, porfa, porfa…»
Parada 2: se supone que es volver a casa.
Hija Adolescente: «Mamá, en serio, ¡necesito comprarme una falda y unas botas! ¡sólo tengo una falda, mamá!»
Hija Niña: «Mami, ¡mira! la Mafalda del Parque San Francisco! Hazme una foto con Mafalda, porfa porfa porfa mami…»
[En cualquier caso, no me voy a casa a dormir la siesta]
Parada 3: Corte Inglés.
Hija Adolescente: «Mamá, vamos a la sección Joven, que en Niños todas las faldas son tutú, y no me molan nada».
Hija Niña: «Mami, tengo ganas de hacer pis, y tengo hambre, y tengo sed… Mami, tengo sed«.
[Parada técnica: cafetería]
PARADA 4: TERMINAMOS LAS COMPRAS EN EL CORTE INGLÉS.
Hija Adolescente: «Mira, mamá, un Claire’s como el de La Vaguada, ¡quiero comprarme con mi dinero ahorrado un parche para la chupa vaquera!»
Hija Niña: «Mami, mami, ¡mira! La estatua de Rufo, ¡hazme una foto con la estatua de Rufo!«.
PARADA 5: VUELTA A CASA.
Hija Niña: «Mami, cuéntame historias de cuando yo era pequeña, anda, porfa, anda, porfa…»
[Se las cuento. Las escenifico]
Hija Adolescente: «MA-MÁ, POR-FA-VOR, DEJA DE HACER EL TONTO POR LA CALLE».
[Me recoloco y dejo de hacer el payaso por la Calle Uría]
Si habéis leído hasta aquí, seguro que habéis pensado: obviamente, la hija adolescente es Miss Trotona, de 11 años, y la hija niña es Miss Berrinche, la pequeña…
PUES NO. Y aquí viene la sopresilla del post (que publico por si os sirve a progenitores de preadolescentes):
TODO lo publicado corresponde a mi hija mayor, que se debate entre la infancia y la adolescencia cada instante de su actual vida. 🙂 Salta de un estátus a otro con facilidad pasmosa y yo, lógicamente, estupefacta me quedo. No sé cuándo tengo niña y no sé cuándo tengo adolescente. Va por minutos. Pon un preadolescente en tu vida, no te aburrirás. 🙂
[Por cierto, la historia de la tarde termina así]:
Hija Adolescente: «Mamá, estoy agotada… ¿Cogemos un taxi en el Parque San Francisco? Porfa…»
Hija Niña: «Mamá, no hay taxis… ¿Y si vamos a la tirolina del Parque San Francisco? ¡¡¡Mami, vamos a la tirolina!!!
[Acabé en la tirolina, claro está, con dos cojones, con mi preadolescente, que era la mayor entre una jauría de críos de 6 años].
Post dedicado a mi referencia en adolescentes, o sea, mi amiga del alma la Dra. Ingridbergman. 😉