Pues sí: por fin hablo del porteo, porque siendo una gran embajadora del mismo como soy, no sé cómo no había chapurreado en el blog acerca de este tema. El caso es que me daba un poco de respeto abordar un tema tan sencillo y complejo a la vez. 🙂
Empecemos por el principio: el nombre.
Lo suelto así sin más: «porteo/portear», no me convence. Si buscamos en el diccionario de la RAE qué significa, encontramos: conducir o llevar algo de una parte a otra por el porte o precio convenido (1). Dar golpes con puertas y ventanas (2). No me parece que tal definición se ajuste a lo que viene siendo llevar un bebé encima. Sospecho que en este caso -como en tantos otros- lo que se ha hecho es adaptar el anglosajón «portage» directamente y a cascoporro. Bien: pues a mí no me gusta. Más me gustaría el verbo «portar», que de toda la vida significa (y así se encuentra en la RAE): Tener algo consigo o sobre sí (1). Llevar, conducir algo de una parte a otra (2). Vale, el término no será muy relevante; pero si se refiere a una práctica que deseo que cale en la comunidad materno-paternal, preferiría que, para empezar, el término no sonara raro. Pero bueno, me acoplaré y usaré el verbo portear a lo largo del post. 🙂
¿Cuándo se ha empezado a portear a los bebés?
En realidad la pregunta más operativa sería: «¿cuándo hemos dejado de portear bebés?«. Porque la realidad es que las madres han llevado encima a sus hijos a lo largo de toda la historia de la humanidad, exceptuando un pequeño intervalo de tiempo en los siglos recientes tras el invento de los carricoches. El cual es un invento fantástico, en mi opinión (lo cortés no quita lo valiente). En definitiva, el porteo NO es una moda, qué va. La moda ha sido, más bien, llevar a los bebés en carritos.
¿Y en qué consiste el porteo?
Pues es nada más y nada menos que transportar al bebé pegado al cuerpo de la madre (o del padre, o de la tía…). Pero decir porteo a secas es incompleto: a lo que nos referimos con vehemencia los defensores del mismo es al porteo ergonómico, o si me permitís, fisiológico. Ya conté aquí que este adjetivo, fisiológico, es el que me gusta a la hora de hablar de cualquier tema que tenga que ver con crianza. El cuerpo en desarrollo del bebé tiene ciertas características, para empezar porque viene de estar encogido durante muchos meses dentro del útero de su madre; y, cada día que pasa, progresa en ganancia de tono y fuerza muscular y adquisición de habilidades tales como sostener la cabeza o, más adelante, mantenerse sentado. Por todo esto, la forma en la que acarreemos un bebé debe acompañar adecuadamente a este desarrollo. Y no sólo el motriz, también el cognitivo o mental. Y, tan importante como lo anterior: el porteo ergonómico es asimismo cómodo para el adulto porteador, respetando su fisionomía.
Entonces, ¿Cómo se portea correctamente, o lo que es lo mismo, cómo se realiza un porteo ergonómico?
Para no extenderme demasiado, os remito a este artículo publicado hace unos meses en la revista Pediatría Integral, y también a los recientes posts de Pediatra de Urgencias y El Blog del Pediatra. También me ha gustado este post de MamisYBebés. Además, en Internet encontraréis muchísima información, aunque os recomiendo las siguientes páginas:
Redcanguro
Criando Monetes
Mi resumen es:

Porteo incorrecto a la izquierda (mochila «colgona»), correcto a la derecha: Bebé mirando hacia el adulto, nunca hacia afuera. Postura vertical. Caderas abiertas y rodillas hacia arriba, como en el gráfico que os adjunto. El bebé va «sentado», nunca «colgado». Su espalda adopta forma de C, que es lo que necesita a esta edad. Obviamente, asegurar que la boca y la nariz del bebé estén siempre libres. Esto es especialmente importante tratándose de recién nacidos. El sistema que utilicemos ha de estar bien tenso, sujetando firmemente al bebé. Fuente: las que os cito más arriba.
Lo que NO se debe hacer:
La mayoría lo dicta el sentido común, pero en este documento de la AEPED encontraréis qué es lo desaconsejado (portear al bebé en los viajes en coche en lugar de llevarlo en la sillita homologada, etc).
¿Y por qué ahora cada vez más pediatras recomiendan portear a los bebés?
Pues porque indudablemente tiene muchos beneficios para bebé y madre (cosa que la Naturaleza ya sabía desde hace milenios). En el caso del niño, protege el adecuado desarrollo de las caderas y de la columna vertebral, mejora los síntomas de reflujo, favorece la adecuada conformación del cráneo previniendo la plagiocefalia postular, facilita la lactancia… son muchos los beneficios y os remito a las fuentes que he citado más arriba. Pero quiero destacar que para la madre o padre también tiene ventajas: para empezar porque deja las manos libres, y para continuar porque disminuye el llanto del bebé. Con esto creo que lo digo todo, aunque os cuento más cosas basadas en mi propia experiencia.
Ya estamos metidos en harina: mi experiencia.
Yo no porteé, me lo perdí. Qué pena. Cuando nacieron Trotandovoy y MissBerrinche casi no había información en Internet, y aunque mi instinto ya me indicaba que quería tenerlas cerca, lo que encontré fue una mochila («colgona») que nos costó un ojo de la cara en un gran centro comercial y que resultó de todo menos utilizable. De entrada, ser capaz de meter al bebé dentro y abrochar los cientos de enganches requería de una pericia que ni McGyver en sus mejores capítulos; 🙂 y, además, notaba cómo la nena iba francamente incómoda, revolviéndose y girando la cabeza continuamente. Un fiasco y un fracaso en toda regla que me hizo desconfiar durante bastante tiempo.
… Hasta que mi hermana, la Tita Geóloga, dio a luz 6 años después, y tras informarse adecuadamente se hizo con un fular de algodón elástico. Para mí, esos primeros meses de vida de mi sobrina cambiaron totalmente mi concepto del porteo. Observé asombrada cómo sus recién estrenados padres hacían un montón de cosas que yo no pude hacer cuando mis hijas eran bebés, gracias a portear. La verdad, creo que el chip me cambió definitivamente el día en que contemplaba a mi hermana, con su hija de dos meses en el fular, pintándose las uñas (las de las manos, seguro, las de los pies no me acuerdo, pero seguramente también). Yo pensaba: «ni de broma habría podido ni siquiera cortarme las uñas con Miss Berrinche a esa edad (teniendo en cuenta que la susodicha necesitaba estar en brazos SIEMPRE)». Y la Tita Geóloga sostuvo -y sostiene-: «Que sí: que yo ya sé que el porteo es bueno para el bebé… Pero es que, caray, ¡también es bueno y cómodo para mí!«. 🙂
Conclusiones que servidora destaca para ustedes después de varios años indagando acerca del porteo:
1.- Me desagradan los prejuicios y afirmaciones tales como: «Mírala, qué hippy, con el pañolón«, «Los que llevan a los hijos en fulares son todos antivacunas«, «Otra madre de éstas modernas«, y cosas así. Verdaderamente, me parecen innecesarias, aunque vayan con buena intención.
2.- Cuando hablo de fisiológico, me refiero a que el bebé humano -nos sorprenda o no- viene preparado «de serie» para estar la mayor parte del tiempo pegado a su madre. Y el porteo lo que hace es hacer esto más fácil. Para ambos, subrayo.
3.- Muchos me preguntáis: «Pero Sara, si la compré en unos grandes almacenes, mi mochila será ergonómica, ¿no?«. Aaaaaamiga, pues no, mira: a lo mejor, no lo es. Aún se venden muchas mochilas no ergonómicas.
3.- No todo el mundo se apaña con el fular. Pues no, eso me ha parecido, y me refiero específicamente al fular porque es lo recomendado en los bebés más pequeñitos. No obstante existen métodos «pre-anudados» (algo así; permitidme la expresión) que hacen más sencilla la maniobra. Bueno, en realidad actualmente disponemos de muchos modelos aptos para todas las edades y todas las circunstancias climatológicas.
4.- Cuidado, y sentido común. Conozco de varios casos de bebés con quemaduras por ser porteados mientras se cocina.
5.- El porteo, no me cansaré de repetirlo, es CÓMODO para el adulto. Suelo oir cosas tales como: «¿Pero eso es bueno para la espalda de la madre»?. La respuesta es sí en la mayor parte de los casos… siempre que hablemos de porteo ergonómico, por supuesto.
6.- Las sillas de paseo en todas sus modalidades (carricoches, «huevitos», sillas) son un invento fantástico, y muy seguras. En mi opinión, complementan perfectamente el porteo, y éste a aquéllas.
Y… este post está dedicado como no podía ser de otra manera a mi hermana,
que me ha enseñado todo lo sé acerca del porteo… y que a la sazón va a volver a portear un nuev@ sobrin@ la próxima primavera. 🙂