Querido residente mayor…

…Que estás a punto de terminar la residencia.

Me gustaría dedicarte unas palabras, al igual que hice cuando estabas a punto de comenzar esta experiencia vital que supone la especialización vía MIR.

A medida que has ido creciendo en años de residencia, el número de consejos que puedo humildemente darte ha disminuido en cantidad, pero espero no lo haya hecho en calidad. Cierto es que no soy tutora de residentes, o al menos no lo soy aún, pero durante tus años de resi mediano habrás comprobado (si has rotado o hecho guardias conmigo) que insisto bastante en que aprovechéis para intentar publicar,  y presentar cosas a congresos; y también en que os lo paséis muy bien por el camino, que disfrutéis, pero que tengáis siempre presente que también tenéis que estudiar, estudiar y estudiar. Y lo dice una que estudió poco en su primera residencia y que paradójicamente -porque tenía dos niñas pequeñitas- estudió más en la segunda. Resis medianos: siento si he sido y soy pesada, pero más sentiría no haberlo sido, creedme.

No obstante, este post va para ti, residente de último año.

Dependiendo del sitio en el que te hayas formado, estarás experimentando más o menos vértigo: quizá tus coerres ya hayan repartido sus currículos por todos los hospitales habidos y por haber, pero tú estás perdido (y ansioso) porque no sabes por dónde empezar; o puede que suceda todo lo contrario: has repartido tu currículum por decenas de hospitales en varias ciudades y ahora te agobia decidir; o puede ser que no hayas movido ficha porque sabes que te quedas con contrato de guardias en tu hospital; o a lo mejor tenías planeado desde que eras erre 1 que regresarías a tu lugar (ciudad, comunidad autónoma, país) de origen. Sea como fuere, dentro de unos pocos días tu vida va a cambiar: serás médico especialista, nada más y nada menos. 🙂

Insisto en que, ante todo, te ofrezco estos consejos humildemente: no tengo tantos años de experiencia. Ni muy joven ni muy veterana: estoy «entre medias», camino de cumplir 42. Y de hecho, tampoco he trabajado en muchos hospitales; mi trayectoria ha estado básicamente ligada al Hospital La Paz, en Madrid. Venga: allá voy con mis consejos para vosotros, muchos de los cuales surgen fruto de lo que aprendí de mis errores, porque los he cometido y he intentado aprender de ellos.  🙂

Confía en ti, ¡confía en ti!

Que confíes en ti, coño caray. No te dejes amedrentar por el efecto «responsabilidad de adjunto». Como tú, están todos los demás que acaban la residencia y de un miércoles por la tarde a un jueves por la mañana pasan de ser residentes a adjuntos. No lo vas a hacer peor que los demás, porque nuestro sistema MIR es pistonudo y has salido bien formado (y lo sabes). Yo te he visto enfrentándote con el ceño fruncido a la dosis de tu primera amoxicilina cuando eras erre 1, y ahora no te amedrentas calculando perfusiones varias. Sí; ahí estabas hace cuatro años en tu primera guardia, dudando de si el síntoma era muy grave, muy leve o todo lo contrario, y ahora «hueles» al paciente enfermo según lo ves entrar por Urgencias, y actúas. Has crecido mucho, ¡echa la vista atrás y lo comprobarás! Es así y debes sentir orgullo. Pero dicho esto, debes ser consciente de que:

EL APRENDIZAJE NO HA TERMINADO.

Pues claro que no. Nunca va a terminar. Aunque esto seguro que lo sabías: los médicos seguimos aprendiendo siempre, siempre. Pasiva y activamente. Si te doy este consejo es porque creo que has de tener presente que tu mente debe seguir abierta a los cambios que la evidencia científica trae; porque creo que debes seguir estudiando (soy cansina, ¿eh?); y porque creo que debes cuestionarte los diagnósticos y los tratamientos de tus pacientes cada día, por si acaso. Pero sobre todo porque no te imaginas el potencial que tienes para crecer, ahora que te has especializado en un campo. Sí, tienes mucho potencial: no dejes que se desinfle. Cuanto más sabes, más aprendes, y no al revés.  Así es esto de la Medicina.

NO TENGAS MIEDO A CAMBIAR DE HOSPITAL.

A veces es ésta la única opción para seguir haciendo lo que nos gusta, pero el arraigo a nuestro centro, ése que nos vio crecer como residentes, nos paraliza para seguir. Creedme: familiarizarse con nuevos volantes de analítica, con otros programas informáticos o con nuevos comedores de guardia, no lleva más que un abrir y cerrar de ojos. Sopesad los pros y contras y elegid según éstos, pero nunca basándoos en el temor a cambiar de centro hospitalario. La Medicina, que es el arte que ejercéis, es la misma en unos hospitales y otros, y eso es lo importante.

TEN INICIATIVA.

Siempre he dicho que, cuando un residente se esfuerza, aprende mucho de sus adjuntos, de sus erres mayores  y de los artículos y libros que lee. En la jerarquía sanitaria, el orden natural de las cosas es, a priori, ése: residente aprende de adjunto. Pero hay residentes excepcionales -entre los cuales yo NO me incluyo, vaya por delante- que con su iniciativa, estudio, creatividad y arrojo, consiguen que sus adjuntos aprendan de ellos. Tengo la enorme suerte de haber coincidido con algunos. Mi consejo es: no seas tímido, propón proyectos que hayas masticado previamente. Presenta a tu servicio tus ideas, pero hazlo de forma estructurada, trabajada. Incluso en formato Power Point o Word. Te llevarás sorpresas. Eso sí, en relación con este punto:

TEN EN CUENTA QUE MUCHAS INICIATIVAS NO SALDRÁN ADELANTE.

…Pero siempre aprenderás de ellas. Créeme: pasar 10 horas elaborando un proyecto para una beca que finalmente no te otorgan NO es tiempo perdido. La estructura en la redacción del texto, tu planteamiento al comité de ética de tu hospital, tus tomas de contacto con otros servicios para pedir colaboración -etc- te ayudan a ganar experiencia. Porque ahora es tu momento de eso precisamente: GANAR EXPERIENCIA. ¿Te vas a quedar quieto? …No lo hagas, sigue, con ilusión. Y de nuevo: si no sale a la primera, saldrá a la segunda, o a la quinta, pero saldrá, y por el camino habrás aprendido. Te lo dice una que tiene dos tesis abortadas por falta de tiempo pero aun así ha aprendido de ellas, y no las considero, a toro pasado, tiempo perdido. Pero volvamos a las bases, a lo que nos ocupa:

SIGUE ESCUCHANDO Y MIRANDO AL PACIENTE.

Y digo «sigue» porque esto es algo que inculcamos a los estudiantes de Medicina y a los residentes, pero no lo podemos perder bajo ningún concepto con el paso de los años y el aumento de nuestra experiencia. De ninguna manera. Escuchar y observar, es decir, ANAMNESIS Y EXPLORACIÓN FÍSICA. En mayúsculas las pongo, porque no puede ser de otra forma. Si tratas niños, escucha a los padres, si tratas ancianos, escucha a los hijos, y en todos los casos, escucha al paciente. Y después explóralo, concienzudamente. Por cierto, no creáis que no soy consciente de que en ocasiones no he cumplido con lo que acabo de manifestar; lo reconozco, seguramente ha sido así. Pero ya he dicho que estos consejos se basaban, en gran parte, en mis errores. 🙂

Niña temerosa, obra de Emma Cano (habitual de este blog, aunque sabed que no nos conocemos ni nos une ninguna relación, simplemente me encanta su arte).

REspeta siempre a los médicos mayores.

Entre mis consejos cuando eras R1, te decía que escuchases y aprendieses de Enfermería. Esto, ahora que acabas tu residencia, ya no hace falta que te lo diga, porque lo sabes de sobra: seguro que lo has experimentado en tus carnes unas cuantas veces, saliendo airoso de múltiples situaciones gracias a ell@s. Pero quizá te ha pasado, ahora que eres «mayor», que has tenido la tentación de desoír la opinión -diagnóstica o terapéutica- de tu adjunto veterano, próximo a la jubilación. No lo hagas nunca. Nunca. Hazme caso, escúchale siempre. Aunque luego seas tú el que decide, escúchale. No infravalores jamás el hecho de que, en Medicina, la experiencia tiene más peso, probablemente, que en muchos otros oficios.

te deseo mucha suerte y te transmito muchos ánimos.

Sobre todo si vas a ejercer en España, que es lo que yo conozco. Lo que has ido observando durante tus años de residente es cierto: las condiciones laborales de los médicos en nuestro país NO son buenas, al menos si las comparamos con otros sectores. Siento decirte que es más que probable que tengas contratos temporales durante bastante tiempo. También es posible que firmes contratos de un día de duración y, también, que trabajes gratis. Además, si las cosas no cambian, ya sabes que te quedan aún exámenes por delante para conseguir una plaza. Aparte de esto, siento comunicarte que nuestros sueldos no son una maravilla; no esperes ganar mucho más respecto a tu etapa de residente. En definitiva, podría decirte que «mal de muchos, consuelo de tontos» pero no debo hacerlo, porque creo que en nuestras manos está reivindicar un futuro mejor para los médicos en nuestro país. Así que al consejo de «ánimo» añado: «pelea y reivindica». Nuestro trabajo ES importante, y mucho. Luchemos porque así se reconozca.

Para terminar…

Gracias a mis amigas y colegas Dra. Rayoquenocesa, Dra. Ingridbergman y Dra. Spock por sus valiosas aportaciones, una vez más.

Y ahora sí, para finalizar: os traigo la famosa frase del patólogo José de Letamendi (1828-1897): «El que sólo sabe de Medicina, ni Medicina sabe». Para mí, esta frase encierra una lectura directa: cuida a la parte de tu persona que no es médico, cultiva tus aficiones,  crece en conocimientos, profundiza en tus inquietudes. Si has llegado hasta aquí es porque has trabajado duro y has estudiado mucho. Pero, a menudo, la cantidad de trabajo que nos llevamos los médicos a casa (charlas que dar, capítulos que escribir, artículos que -intentar- publicar, la enfermedad nueva que estudiar…) nos quita mucho de nuestro tiempo libre y nos hace descuidar nuestras otras facetas. Por eso, no me cansaré de decirlo: si te gustó la historia, sigue leyendo. Si te llamó el arte, sigue dibujando. Si eres deportista, continúa entrenando. Si te gustó la música, sigue tocando. No dejes de SER HUMANISTA, en definitiva, la cual, creo yo, es una cualidad presente en la mayoría de los médicos.

Feliz viaje y mucha suerte, residentes mayores. 🙂

De la epidemia de bronquiolitis y otras noticias.

Estos días ha habido revolución en los medios, y sobre todo en las redes sociales, por el colapso que han sufrido las UVIs pediátricas con la epidemia de bronquiolitis (ejemplo aquí). Unos cuantos amigos me han preguntado que qué pasaba este año, que si había un virus nuevo como cuando la gripe A (que tampoco era nuevo, por cierto) y que si la situación era grave.

Pues bien, no es ni más ni menos grave que otros años. Me explico: la epidemia estacional anual de bronquiolitis por virus respiratorio sincitial (VRS) es tan previsible como la vuelta al cole, la cuesta de enero o los atascos de la operación salida. O sea, que sucede SIEMPRE, año tras año. Por ejemplo, escribiendo en google «bronquiolitis colapso» aparece esto, esto y esto. Qué casualidad, ¡noticias publicadas el 23 de diciembre del año pasado! Yo misma en este blog he hablado de la bronquiolitis puntualmente cada invierno: la primera vez aquí, la segunda aquí.

Y todo apunta a que la epidemia anual seguirá siendo igual -quizá unos años más agresiva que otros, pero con pocas diferencias- hasta que se invente una vacuna eficaz si es que llega a inventarse algún día, o se descubre un tratamiento efectivo (el sueño de todo pediatra).

Dicho todo lo anterior, los sanitarios que tratamos niños sí pensamos que hay algo «muy mejorable»: la falta de previsión en cuanto a dotación de medios que se vive año tras año. Os recomiendo encarecidamente que leáis esta fantástica entrada del blog Curar a veces, donde no se puede explicar mejor el tema del que hablo. Me quedo con la última frase: «A lo imprevisto responderemos lo mejor que podamos, gestionar lo previsible depende de nosotros».

 

Diagnosticar no es tan fácil como parece.

Desde que comencé a escribir el blog, hace ya dos años y dos meses, mis posts han sido más bien largos, y en cada uno desarrollaba el tema que me hubiera rondado la cabeza días atrás. Incluso, a veces, he anotado en el bloc de notas del iPhone «pinceladas» que quería plasmar en un futuro planeado post.

Últimamente me he visto de nuevo metida en más trabajo del habitual, así que he tenido que priorizar; el blog ha salido perdiendo. 🙂 No he pensado en ningún tema sobre el que escribir (exceptuando una colaboración con el blog Hablando de Geriatría, que tengo a medias) y por tanto mucho me temo que lo que publique de aquí a un tiempo va a ser un tanto improvisado.

Por ejemplo, ea, hoy: qué difícil es a veces diagnosticar. Y, a menudo, al menos no es tan fácil como parece.

Cuando me embarqué en esto de la Medicina, y hablo de mi época de estudiante, mis apuntes eran un arcoiris dependiendo de la sección en cada enfermedad. Etiología: en verde. Clínica: en rojo. Diagnóstico: en azul. Tratamiento: en naranja. Así visualicé todas y cada una de las enfermedades que estudié durante la carrera. El apartado azul era de los que más me costaba. No entendía, a menudo, por qué en una enfermedad infecciosa el cultivo ayudaba mucho, y en otra no; o por qué en una patología ósea el TAC era infinitamente mejor que la resonancia. También, adoraba -como casi cualquier estudiante de Medicina- la palabra patognomónico y lo que ello implica (síntoma que aparece únicamente en el marco de una enfermedad específica; es decir, DA el diagnóstico). 🙂 Todo esto es comprensible analizado ahora: la experiencia clínica construye al médico en un porcentaje mayor que los conocimientos previos, o eso creo. Siempre y cuando el médico siga estudiando, claro. 🙂

El caso es que al empezar a trabajar con pacientes ya me di de bruces con la realidad. A menudo el diagnóstico NO es fácil, porque los pacientes frecuentemente no tienen una sola enfermedad, o porque las pruebas diagnósticas están sujetas a una sensibilidad y una especificidad. Además, el proceso diagnóstico no depende casi nunca de una prueba, sino de la suma de varias, que actúan como las piezas de un puzzle. Y la verdad es que siempre queda alguna pieza descolgada («Al final todo apunta a que era infeccioso» «¿Y cómo se explica esa PCR baja a mitad de proceso?» «Pues no lo tengo claro»…). Una vez asumido esto, lo cual es fácil para cualquier galeno con que lleve sólo un mes trabajado, queda lo difícil: hacer entender a los pacientes y sus familias que el diagnóstico no siempre es sencillo. Fíjate si no lo es, que dio para una serie entera de bastantes temporadas (House). 🙂

Los que estéis preparando el MIR, superad la tentación de ver House. Os liará

Los que estéis preparando el MIR, superad la tentación de ver House. Os liará

«Lleva cinco días ingresado y no dan con lo que tiene», «Pues que le hagan más pruebas», «Dicen que parece un virus pero no le encuentran qué virus es», «Pues que le hagan un escáner completo»… son frases que oímos a menudo. Muchas están basadas en la concepción frecuentemente errónea que las series de televisión y las películas transmiten de la Medicina, pero la realidad es que, a menudo, una busca y busca y no encuentra. Eso, por no hablar de las sorpresas, que también se dan. En mi especialidad, las enfermedades autoinflamatorias nos ponen a menudo contra la espada y la pared. No es casualidad que la única enfermedad que el Dr. House no diagnosticó fuera un CAPS. 😉

Y no sé qué piensan otros médicos, pero en mi caso suelo optar por explicar a la familia del niño nuestra hipótesis, las dudas que nos planteamos y el plan diagnóstico que proponemos. Creo que el futuro de la Medicina apunta sin dudas al empoderamiento del paciente… pero eso es otro cantar.

Seguimos… 🙂

Intoxicación etílica en los niños.

Estos días estamos los pediatras revolucionados. Por esta noticia.

Yo no soy especialista en Urgencias Pediátricas, pero en mi día a día como pediatra sí hago guardias en urgencias. No muchas, la verdad, pero ahí están, cada mes. Y sí: en los últimos 3 años he notado cómo las guardias de fin de semana se han visto empañadas, cada vez más a menudo, por casos de niños y niñas con importantes intoxicaciones etílicas.

El tema es preocupante, mucho. Y merece la pena pararse a analizar las causas. Aviso de que escribo este post, en esta ocasión, sólo con mis opiniones y reflexiones; quiero decir que no he hecho una «investigación previa» como hago otras veces en Pubmed y Google.  Ando muy escasa de tiempo estos días, so sorry. 🙂

Por otro lado, también he de decir que conozco «las otras» urgencias, las de los adultos. Pasé, como muchos sabéis, cuatro años haciendo guardias allí, durante mi residencia de Geriatría. Y cada fin de semana, diría que el 100% de ellos, llegaban adultos jóvenes (de entre 15 y 25 años) en coma etílico. Aunando mi experiencia en los dos campos de batalla (Urgencias Pediátricas y Urgencias Generales), tengo algunas reflexiones.

Esta vez, la foto es mía. Hecha al final de una de tantas guardias.

Esta vez, la foto es mía. Hecha al final de una de tantas guardias.

Sospecho que el aumento del consumo de alcohol en niños se ha visto favorecido por el acceso de éstos a redes sociales e internet en general. Mis hijas, que tienen 10 y 11 años recién cumplidos, ya muestran claros síntomas de adicción a distintas plataformas (Musical.ly, Hangouts…). Y aunque aún no tienen móvil, pelean por conseguir el mío aunque sea sólo por tres minutos, para imitar a sus amigas grabando vídeos. No sé, pero intuyo que en el primer botellón habrá un cierto componente de imitación de lo observado en internet.

Pero creo que más importante que esto, que no deja de ser la universal tendencia de cualquier preadolescente a buscar ser aceptado por sus congéneres, influye la tolerancia social que hay al alcohol. Creo que hoy día se ven como cosas bastante distintas el alcohol y el tabaco, por ejemplo. Y ya no te digo el alcohol y otras drogas. Pero parece que, si todos tenemos claro que fumar NO, no transmitimos tan claramente a nuestros niños que beber tampoco. No lo perciben lo suficientemente peligroso. Porque socialmente está aceptado y se ve en todos lados, y además en la dosis está el quid de la cuestión.

También he observado que las circunstancias que rodean una intoxicación etílica en los niños son bastante diferentes que las del adulto joven. 

  • El veinteañero ya ha probado el alcohol antes; sabe distinguir los síntomas de embriaguez; y suele saber qué cantidad de alcohol le produce un determinado estado. A menudo lo que sucede es que en esta ocasión perdió el control y bebió más de lo que tolera, pero enseguida y con las medidas necesarias (suero glucosado, vitamina B1…) se recupera. Duermen en Urgencias y después, a casa. El niño que viene a Urgencias intoxicado, a menudo es la primera vez que bebe una bebida alcohólica de ALTA graduación. Porque esto también es importante: que yo sepa, no recuerdo haber atendido nunca a ningún adulto ni niño intoxicado por cerveza. Siempre ha sido ron, vodka, whisky. En cualquier caso, el niño que bebe por primera vez lo hace de forma tremendamente imprudente: media botella de cualquiera de esas bebidas en un corto espacio de tiempo. Y las consecuencias son, claro, nefastas. Diría que, de los niños intoxicados que yo he atendido, han acabado en la UVI pediátrica al menos el 80%. Son intoxicaciones en mi opinión más severas que las del adulto joven, teniendo además en cuenta -lógicamente- la propia fisiología del niño, que sin entrar en temas médicos (no voy a ponerme a hablar del glucógeno que os machacaría 🙂 …) le hacen más vulnerable.
  • Otra cosa que he notado es que al chaval de 20 años lo traen sus amigos a Urgencias, y normalmente han intentado remedios populares como intentar hacerle vomitar. Al niño lo trae una ambulancia, a él solo. Esto es así porque los niños de 12 años se asustan al ver a su amigo inconsciente… ¿y qué hacen? pues muchas veces, huyen. Se escapan, y abandonan a su amigo inconsciente. Esto hace que el cuadro clínico a menudo se complique con una hipotermia importante entre otras cosas (atragantamiento con el propio vómito, por ejemplo). En fin, un horror.
  • En cambio, la intoxicación etílica en niños no se suele acompañar de consumo de otras drogas, como sí sucede en el grupo adulto (insisto: en mi no muy extensa experiencia!) . No obstante, hay que comprobarlo, normalmente con tests de análisis rápido en orina que detectan la presencia de diversas drogas de abuso.

Total, que ando ya dándole vueltas a qué les vamos mi partner y yo a explicar a nuestras hijas. Porque tendremos que ir empezando a hablar de esto… se aceptan ideas! Al final no me he resistido y he tecleado rápidamente en Google, encontrando esto: cómo prevenir el consumo de alcohol en menores: pautas para padres y madres.

Cierro el post de hoy (que ha quedado SÚPERserio, no me digáis, ¡no parezco yo!) contándoos que, finalmente, ¡he quedado en el puesto 32 de los Bitácoras! En dos palabras: IM-PRESIONANTE. Gracias, salaos. Mil gracias. 🙂

 

Bexsero: más actualidad informativa.

Como soy consciente de lo mucho que os interesa este tema a todos los padres, me ha parecido importante dar difusión a una noticia que en los últimos días he recibido con alegría y satisfacción. Se ha compartido profusamente por las RRSS, así que este es sólo mi granito de arena.

Es la siguiente: en el Reino Unido, donde se vacuna sistemáticamente con Bexsero a todos los bebés, han comprobado tras realizar los oportunos estudios epidemiológicos que los casos de meningitis B se han reducido casi a la mitad en el período que va de septiembre de 2015 a mayo de 2016. En números: se notificaron 37 casos en este período, cuando la media de casos a lo largo de los mismos meses en los años previos a la vacuna era 74.

Es una buena noticia porque, digamos, no es lo mismo la efectividad supuesta de una vacuna tras desarrollarla en el laboratorio que la efectividad en el campo real de batalla, o sea, en la población vacunada. Y parece que Bexsero cumple con las expectativas…

Bien, espero que pronto entre en el calendario vacunal español.

Esto mismo que os cuento pero más explicado, lo cuenta aquí Pediatra de Urgencias (post en el que me he basado para escribir éste).

Hasta el próximo post!

PD: ¡Feliz Día de Asturias!

Cambio de rumbo de esta bitácora.

…O mejor dicho, cambio de rumbo por el momento. No sé lo que durará. Pero os cuento a los que leéis este blog, que para mi sorpresa sois unos cuantos cada día: me voy a separar un poco de la Medicina. En el blog sólo, claro. ¿Y por qué?… Pues porque tengo ya mucha, en mi día a día. Y ha llegado un momento en el que mantener el ánimo divulgador del blog me resulta difícil,… este es uno de mis hobbies, y quiero que siga siéndolo; no debe ser más trabajo. 🙂

Así que, sin saber aún muy bien de qué voy a escribir, me imagino que serán más posts villamoquiles, de mi opinión como madre/médico y también de mis reflexiones (aka idas de olla). Salvo cuando me dé por escribir de algún tema médico propiamente dicho por tener el viento a favor (o sea, porque me lo pida el cuerpo, como me está pidiendo escribir acerca de la exagerada alarma por enterovirus… muehehehehe). Por tanto, Pepe Pediatre: sáqueme usted sin pudor de su legendaria Lista de Pepe, que creo que no voy a alcanzar objetivos ningún mes. :-). Y sí, asumo que perderé lectores, pero ya sabéis que nunca busqué un gran número de seguidores sino simplemente pasármelo bien escribiendo.

No obstante, es cierto es que uno de los principales «vientos desfavorables» que he encontrado al intentar escribir sólo de pediatría es que me quedo sin temas; así que, si queréis ayudarme en esto, me podéis enviar propuestas de temas o «preguntas al pediatra» al correo del blog, unfonendoenvillamocos@gmail.com, e intentaré ser una brújula pediátrica (es decir, al menos orientar). 🙂 O vía whatsapp, of course. Ya sabéis que aunque más o menos activa en el blog, la pediatría whatsappeña me acompaña día y noche. 🙂

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Y por hoy os dejo, que he salido de guardia y tengo la cabeza enlentecida. Por cierto, una guardia en la que observé una mayor afluencia de niños mayores con cuadros febriles sin importancia que me hicieron pensar que, efectivamente, hay una injustificada alarma en relación al enterovirus… y, como otras son más trabajadoras que yo y ya han escrito posts estupendos al respecto, aquí os lo enlazo. 🙂 Y una guardia en la que, de nuevo, comprobé cómo el alcohol y la marihuana han entrado a formar parte de los motivos de consulta pediátricos. Quién me iba a decir a mí que los cuatro años que pasé como residente en urgencias generales atendiendo a población adulta me iban a ayudar en mis futuros años de pediatra, concretamente en el tema drogas de abuso. Pero esa es otra historia (que quizás aborde algún día).

Y nada más: me voy a atender a Miss Trotona, que ha tenido a bien caer con una faringoamigdalitis estreptocócica del copón de la baraja de ayer a hoy (las que sois madres y médicos: ¿también vuestros hijos se ponen malos juuuuuusto cuando estáis de guardia? 🙂 ). Eso sí, sin escarlatina, aunque como os expliqué aquí no es una enfermedad por la que debáis perder el sueño. 🙂 Y aprovecho para dejar constancia: una parte de mí disfruta cuando están pachuchas… porque me dejan que las mime y que las apretuje, cosa que ya no siempre aceptan a sus 9 y 10 años. Y en esta semana en la que he tenido bastantes tambaleos, achucharlas es tener la sensación de amarrar en buen puerto. 🙂

¡Hasta la próxima! …espero que no me dejéis de leer demasiados por virar el rumbo de mi navegación: la bitácora seguirá viva, con galerna o sin ella. 🙂

[Conversación de ahora mismo: «Mamá, ¿qué me pasa? me duele la garganta como si me clavaran agujas y también la barriga y la cabeza». «Te pasa que tienes una infección por estreptococo beta hemolítico del grupo A, cariño». «Jo, pues espero que no haya grupo B, ni C…«].

Si eres médico…

<De los productores de «si eres madre» llega «si eres médico»…>

Si eres médico, quizás hayas experimentado alguna de las siguientes sensaciones…

… Para empezar, casi seguro que te has perdido muchos planes durante tus años mozos: porque siempre tenías que estudiar. Continuamente. Pero ¿y los fiestorros que te has calzado siempre que has podido? Reconócelo. 🙂 De hecho, puede que seas normalmente el/la últim@ en irte; porque, para ti que haces guardias, seamos realistas: aguantar de pie toda la noche no tiene ningún misterio. 🙂

Puede que te hayas sentido alguna vez como un mostrador de reclamaciones ante un cliente insatisfecho, al escuchar las quejas acerca del tiempo de espera o la interminable sucesión de catarros del niño. Es así, y te habrás molestado («¡no es culpa mía!«); pero también te has sentido como Superman salvando a media humanidad cuando simplemente has diagnosticado una neumonía por haberla sospechado a la primera…

… Para algunos habrá pasado desapercibido pero para otros no: ese momento en el que por primera vez, un paciente se dirige a ti como «doctor», o «doctora». En mi caso se llamaba Julián, tenía 94 años y estaba ingresado por una infección de orina. Julio de 2001. Habitación penúltima al fondo del pasillo del pabellón 15.

… Es posible que te haya parecido que a menudo te toman por un servicio técnico, y que tu deber es «reparar» al paciente curando inmediatamente la enfermedad que tenga aunque esto no sea posible (no puedo curar en 24 horas una varicela, ni una mononucleosis… ¡ni siquiera un catarro!). Pero, seguramente, deberías reconocer que en alguna ocasión te has hinchado como un pavo cuando un paciente te ha escrito una nota de agradecimiento. Quizás pienses -como yo- que pocas sensaciones hay más satisfactorias para un médico. 🙂

Sabes lo que es el miedo. Sí, y el pánico incluso, porque no conozco médico residente (y no tan residente) que no se haya sentido alguna vez totalmente acongojado y solo ante el peligro cual Gary Cooper (aunque tu soledad dure lo que tu adjunto o intensivos tardan en acudir, pero es que este intervalo se hace eteeeeeeerno). Si la arritmia te acojona, amiodarona, si no sabes lo que es, Trangorex… O estatus convulsivo… O politrauma… O un lupus desmadrado, qué sé yo… Pero también sabes lo que es la felicidad, aunque efímera, invadiendo todas tus arterias/venas/capilares cuando sales del hospital al terminar una guardia de la que estás satisfech@ (bien porque ha sido buena, o bien porque ha sido mala y la has capeado con éxito, y sobre todo en este segundo supuesto). Y no te digo nada si además es viernes. 🙂

Sabes la cantidad de veces que l@s enfermer@s te han salvado el pellejo. Y si no eres consciente de esto es que, amigo, tienes un problema. 🙂

"Retablo", de Emma Cano, como tantas otras veces. http://www.emmacano.com/portafolio/luz-en-hipocratia

«Retablo», de Emma Cano, como tantas otras veces. http://www.emmacano.com/portafolio/luz-en-hipocratia

… Es probable (supongo que según las especialidades esto podrá variar) que el libro que más hayas consultado durante tus guardias/consultas/pases de visita no haya sido el Harrison, ni el Nelson, ni  el Farreras. Ha sido el Medimécum… y lo sabes. ¡Larga vida al Medimécum!

… A lo mejor te preguntas: ¿Habré sido un poco imprudente en el pasado? es decir: cuando tenías aún poca experiencia pero así y todo intentabas contestar las consultas variopintas de amigos, primos, tíos y vecinos. Porque intentabas ayudar de alguna manera. Pero… a medida que pasan los años -es mi caso- te vas haciendo más precavid@, y confiesas ante cada consulta (whatsappeña en su mayoría), si tienes soltura en ese campo o no la tienes. Yo lo reconozco sin problema: sé de Pediatría, y sobre todo de Reumatología Pediátrica. No me preguntéis de otras especialidades, que no os voy a poder contestar con propiedad. 🙂

… Quizás seas de los que piensan que hay pocas sensaciones de alivio tan grandes como comprobar, al salir la planilla, que NO tienes guardia en los días en los que NO PODÍAS tenerla bajo ningún concepto. 🙂 Esta sensación de alivio es sólo superada por la que sientes cuando consigues «vender» la guardia invendible -guardia «losa»- que tenías coincidiendo con la boda de tu mejor amigo…

… A lo mejor, te has dado cuenta de lo difícil que es pasar de residente a adjunto, ¿a que sí? Ese momento en que, de un día para otro, empiezas a ver tu nombre en recetarios, informes, correos, llamadas de teléfono, sesiones. Ya no eres el hermano pequeño, y a las 3 de la madrugada te preguntan a tí, ya no eres tú quien pregunta. Ç’est la vie… 🙂

Y, por último,… puede ser que lleves en tu «mochila de vivencias» a es@ paciente. Sí, ya sabes a cuál me refiero. Es natural y necesario que le lleves en la cabeza, en tu cabeza de médico.

Escribí este post, como otras veces, tras intercambiar impresiones con mis amigas Dra. Spock, Dra. Rayoquenocesa y Dra. Ingridbergman: Salió así, sin más. 🙂 Y me despido hasta el siguiente post, el cual, si soy una persona responsable, debería tardar en ser escrito (yo me entiendo).  ¡Ah! me encantaría conocer más vivencias de médicos: ¡comentad! 🙂

PD: Se me olvidaba… ¿sigues soñando que tienes examen al día siguiente y no lo has estudiado? 🙂

 

Diciembre pediátrico: a tope.

¡Hola de nuevo! Últimamente la frecuencia de mis posts ha disminuido por varias razones. Una es la falta de tiempo (ooh, qué original) y la otra es que desde que nació este blog he escrito básicamente cuando necesitaba contar algo (y eso implica temporadas «poco comunicativas»). 🙂

Hoy vengo a confesar que estoy extenuaaaada. 🙂

Y lo reconozco sin pudor. Todos los sanitarios que trabajamos con niños estamos viviendo un mes de diciembre peliagudo, con un Virus Respiratorio Sincitial (VRS) más agresivo que otros años (o me lo está pareciendo a mí, así como el año pasado me lo pareció el de la gripe). También es cierto, y lo admito, que si yo estoy cansada no quiero pensar cómo estarán los pediatras situados en primera línea de bronquiolitis (atención primaria, Urgencias, hospitalización, cuidados intensivos…). A fin de cuentas yo sólo atiendo esta patología durante las guardias; en mi día a día veo a niños con patología reumática (pero los cuales, cierto es, están también estos días atravesando infinidad de -itis).

Y como tantos otros inviernos a tope de trabajo en Pediatría, he observado la desesperación de muchos padres y profesionales, a partes iguales. Los primeros porque no se ven suficientemente atendidos, y los segundos porque no dan abasto para atender.

Así que, como pediatra, me apetece explicaros algunas cosas acerca de cómo funciona la atención en Urgencias, haciendo especial hincapié en el «filtro».

El triaje -o «filtro»-, que es la puerta de entrada a Urgencias, está precisamente ideado para ser eficaz en situaciones de mucha presión asistencial.

Es un punto clave en el adecuado funcionamiento de la urgencia. La persona encargada (enfermería o pediatras) decide la prioridad con la que hay que atender a un paciente, porque un paciente grave NUNCA debe esperar a ser atendido. Por eso los padres en la sala de espera veis a menudo cómo algún niño que ha llegado después que el vuestro pasa antes a Urgencias. Ejemplos prácticos que vemos a diario:

  • Niño de 18 meses con dificultad para respirar (que observamos porque «hunde» claramente las costillas), sin fiebre, y contento viendo a Peppa Pig en el móvil de sus padres; frente a niño de 12 meses con 39,5ºC de fiebre, lloroso, peleón porque no le gusta que le miren, colorado por la temperatura, y con muchísimos mocos. ¿Quién pasa antes?… pues el primero. La dificultad para respirar es siempre motivo de ser atendido con prontitud, mientras que la fiebre por sí sola no suele ser la principal preocupación para el pediatra, sino la causa de la misma.
  • Niño de 2 años con una «brecha» en la frente que necesita puntos; frente a bebé de 12 días, con buen aspecto, que es traído por sus padres porque no quiere mamar desde hace 7 horas. ¿Quién pasa antes? …Pues el segundo, porque es un neonato, y de entrada y sólo por eso precisa una atención rápida.
  • Niño de 3 años con dolor de oído, está llorando; frente a niño de 4 años que está tan campante, charlando con todo el mundo, al que sus padres han traído porque se ha bebido todo el frasco de Apiretal. ¿quién pasa antes? pues de nuevo, el segundo: hay que ponerse YA manos a la obra con su más que probable dosis tóxica ingerida de paracetamol (eso sí, al primer niño le daremos analgesia en el filtro).

Con estos ejemplos quiero mostraros que el motivo por el que traéis a vuestro hijo a Urgencias, además del estado general que observemos a su llegada, son claves para decidir el momento en el que será atendido.

Y esto puede significar que tengáis que esperar varias horas en la sala de espera… ¿desesperante? sí: lo es. Por supuesto. Esperar nunca gusta, pero en situaciones de epidemia como la actual (he hablado del VRS… pero podría haber mencionado también la tosferina, aunque os remito a este post de Pediatra de Urgencias, en el cual nos relata un día cualquiera en la UVI pediátrica) el número de pacientes atendidos en Urgencias fácilmente se triplica respecto a un día cualquiera de mayo o septiembre, mientras que el personal sanitario puede (y suele) no ser mayor.

Y con un pie en las Navidades, mucho ánimo a:

  • Los sanitarios que estaréis (o estaremos) trabajando a un ritmo mucho mayor del habitual y además en estas fechas. Mención especial a los que tenéis contratos absolutamente precarios, de un mes o de una semana, y que me consta que no perdéis la ilusión; y a los residentes, que os soléis dejar la piel por sacar las guardias adelante sin perder la sonrisa hacia los niños.
  • A las familias de los susodichos sanitarios, porque aunque suelen estar acostumbradas, siempre es un motivo de fastidio que mamá o papá no esté sentado a la mesa en Nochebuena. Yo lo sé: Miss Trotona y Miss Berrinche ODIAN mis guardias en general y las navideñas en particular.
  • Y por encima de todo a los nenes ingresados, y a sus familias. Aquí los de este lado de la medicina (pediatras o enfermeras o auxiliares o celadores o cualquier trabajador hospitalario) tenemos que ponernos en vuestro lado, para saber lo duro que puede ser pasar un día y otro y otro y otro más en el hospital durante estas fechas tan importantes para la mayoría, y especialmente ilusionantes para los niños.

Pero seguro que entre todos logramos un hospital lleno de espíritu navideño… Con belenes en todas las plantas, espumillón hasta en los ascensores, y barra libre de langostinos en el comedor de guardia; Reyes Magos por doquier, incluso acompañando a la tuna, gorros de Papá Noel y adornos en cada esquina; villancicos, diademas con cuernitos de reno, turrón y lo que haga falta… lo dicho:

…Feliz Navidad a todos. 

PD: y no puedo terminar en post sin enviar un gran abrazo a la familia de J, que ha venido hoy a vernos a la consulta y ha sido lo mejor del día. 🙂

 

Winter is coming: bronquiolitis.

Diciembre, frío, guarderías: ya está aquí la bronquiolitis. Este año, según me ha parecido, ha llegado algo más tarde; pero desde luego lo ha hecho por todo lo alto.

Os hablé ya de la bronquiolitis aquí; y os explicaba -porque era un post dirigido a padres principalmente- los conceptos más básicos para entender esta desesperante enfermedad.

Destaco los puntos claves:

  • La mayoría de los bebés con bronquiolitis NO va a necesitar ingreso hospitalario, que no cunda el pánico. Este post va más bien dirigido a aquellos casos de bronquiolitis grave. 
  • Aunque en Pediatría, en general, los mocos son «buenos» por ser necesarios,… en este caso no es exactamente así. En las bronquiolitis graves, el bebé afectado no es capaz de respirar bien por culpa de los mocos producidos en sus bronquiolos inflamados; todo ello produce obstrucción para la entrada y salida del aire.
  • Aunque muchos virus pueden causar bronquiolitis (porque, y esto es algo que sorprende a los papás: hay muchos, muchísimos virus respiratorios), el virus más pejiguero y retorcido es el Virus Respiratorio Sincitial (VRS). Es muy contagioso, y se presenta en forma de epidemias anuales durante los meses fríos.
  • La bronquiolitis puede ser un cuadro leve que se supere en casa simplemente con revisiones ambulatorias, o por el contrario desencadenar incluso un ingreso en Cuidados Intensivos Pediátricos precisando ventilación mecánica. Puede ser por tanto bastante impredecible, porque el bebé que tiene mínima dificultad respiratoria a las 9 de la mañana puede estar mucho más afectado a las 6 de las tarde; y difícilmente controlable una vez desarrollado el cuadro, porque no hay tratamiento específico que cure la bronquiolitis: sólo medidas para aliviar los síntomas (soporte respiratorio, aerosoles, antitérmicos,…).
  • La prevención, de la que por cierto no os hablé en el post del año pasado, es hoy por hoy nuestra mejor arma. Consiste básicamente en llevar a cabo las medidas habituales para evitar contagios por virus, como veis aquí:

Como os decía al principio, esta temporada promete ser intensa en lo que al VRS se refiere.

  • …Y sois muchos lo que me preguntáis: ¿pero qué podemos hacer? ¿no se puede hacer nada? Pues sí, sí podéis hacer algo: aplicar las medidas de prevención, sobre todo en caso de bebés con hermanos mayores.
  • En cuanto al tratamiento: al igual que al principio de cada temporada de liga hay curiosidad por los nuevos fichajes, cada temporada invernal los pediatras se esfuerzan por analizar los tratamientos existentes y evaluar si hay alguno que haya demostrado ser -por fin- efectivo, o al menos más que otros. Así, cada invierno (o mejor dicho cada otoño, que en lo que al VRS se refiere los pediatras nos ponemos muy agoreros) salen de nuevo a la palestra los tratamientos existentes (oxígeno en distintas modalidades, aerosoles de adrenalina, suero salino hipertónico o salbutamol, corticoides…) a través de las investigaciones médicas que sin cesar se llevan a cabo en muchos países. Pero hoy por hoy, con pocas novedades, para ser sinceros: medidas de soporte, vigilancia y, de nuevo, prevención.

Como pediatra, pocas fuentes me parecen más útiles que Evidencias en Pediatría para estar ojo avizor a las novedades. Siplemente escribiendo en su buscador «bronquiolitis», obtenemos 33 artículos:

http://www.evidenciasenpediatria.es/buscar.php?tab=bronquiolitis

Y aquí, una guía bastante exhaustiva de la Sociedad Española de Neumología Pediátrica, que aunque ya es de 2010 me  gusta:

http://www.neumoped.org/docs/GPC_bronquiolitis_AIAQS_completa.pdf

Captura de pantalla 2015-12-10 a la(s) 22.58.13Y nada más por hoy, salvo -si me permitís- romper una lanza en favor del personal sanitario como tantas otras veces he hecho, porque podéis creerme que las guardias de esta época del año son duras, muy duras: vamos todos con la lengua fuera (precisamente ayer lo contaba la Dra. Nova) y me consta que los bebés pequeñitos con bronquiolitis nos quitan literalmente el sueño… Y, si el título del post lleva intencionadamente a una de mis series favoritas y aplica perfectamente con la temporada VRS, el final no puede ser menos: a todos los que atendemos niños en estos días de intensa sobrecarga asistencial, siempre viene bien el buen humor y el ánimo, así que: ¡Que la fuerza nos acompañe! 🙂 

Vacuna Bexsero: pues sí, yo también os hablo de ella.

Fiel a mi estilo un poco contracorriente en lo que a postear se refiere, no tenía pensado escribir sobre la nueva vacuna que ha saltado a la palestra, básicamente porque me parece que no hace falta: los referentes blogosféricos ya han escrito sobre ello, mucho y muy bien. Peeeeeero, no contaba yo con que me lo iban a pedir unos cuantos seguidores del blog… Y no está la cosa como para no complacer a los fieles lectores villamoquistas (que no son tantos, pero haberlos haylos, y cada vez son más para mi asombro).

Así que, no sólo fiel a mi estilo sino también a mi costumbre, me aprovecho del estupendo trabajo de otros y aquí os lo presento. Con la verdad por delante, como veis. 🙂

Antes de entender por qué los pediatras hemos recibido esta nueva vacuna con ilusión y alegría, hay que situarse en lo que supone la enfermedad que causa el germen implicado: la meningitis bacteriana. Nadie mejor para exponerlo que Pediatra de Urgencias, que a la sazón ha vivido en primera línea del campo de batalla durante las últimas tres décadas la lucha contra neumococos y meningococos de diverso pelaje, como os cuenta en su última entrada. El punto de partida -o background, que está muy de moda- es, por tanto: la meningitis bacteriana se te lleva al niño por delante en cuestión de horas. Así de simple. ¿Que no es una infección muy frecuente? No lo es, cierto. Pero a quien le toque, las probabilidades de que las cosas vayan mal son altas. Además, este tipo de meningococo, el B, es el que está detrás de la mayoría de las meningitis en España. Quiero decir con esto que estamos, por fin, ante el método de prevención de la temida meningitis más eficaz que ha habido hasta el momento. No es de extrañar que todos los pediatras (podéis leer a Amalia, a Lucía, a Guillermo, a María) nos sintamos de enhorabuena… Y ahora nos toca transmitir esta sensación a vosotros, los padres.

Expuesto lo anterior, uno piensa: «Bueno, pues entonces, ¿qué problema hay? A recomendar la vacunación y listo». Pero no ha sido así, porque en España estas decisiones no dependen de los médicos, entre otras cosas. Y la realidad es que esta vacuna ha atravesado también su via crucis particular que desembocó como otras veces en turismo sanitario (viajes a Portugal para adquirirla), confusión en el ciudadano de a pie, desinformación incluso entre los sanitarios y obviamente carnaza para los antivacunas. Todo el culebrón, masticadito y rigurosamente expuesto cronológicamente, os lo cuenta aquí la reportera más dicharachera en cuanto a vacunas se refiere: Boticaria García.

Parafraseándola: como bien está lo que bien acaba, finalmente tenemos la vacuna en España disponible en farmacias. Quien la quiera administrar a sus hijos, puede hacerlo, previo pago. ¿Y cómo se hace? ¿Es una vacuna aplicable a cualquier niño, de cualquier edad? Pues SÍ, pero como el sistema inmune tiene sus particularidades dependiendo de la edad de cada infante, hay que seguir unas pautas que aquí os muestro. Y en forma de tabla:

Y os cuento… Me acuerdo perfectamente de mi primer contacto con la meningitis.

Era residente de segundo o tercer año en mi especialidad anterior (Geriatría), y tenía guardia de Urgencias generales. Sobre las 6 de la madrugada unos padres irrumpieron en el filtro con una niña de 16 años, a la que llevaban en volandas. Estaba semiconsciente, tenía fiebre alta, sólo balbuceaba cuando le hacíamos preguntas y tenía esas inconfundibles manchas rojo vinoso en la piel. El adjunto de Urgencias, experimentado, practicó una punción lumbar en un abrir y cerrar de ojos: líquido cefalorraquídeo turbio. Vía central, antibióticos, expansión de volumen, UVI y… rezar si eres religioso. Nunca me olvidaré. La madre sólo sabía decir: «Ay, ay, ay… algo me dio mala espina cuando se fue a acostar a las diez de la noche, antes de lo habitual… por eso cuando me desperté a las cinco de la madrugada fui a verla y ya me la encontré así». Perdonadme el recurso dramático, pero no quito ni pongo una coma: así fue. Salió bien. No sé si habría salido bien de haber esperado su madre a que sonara el despertador a las 8 de la mañana, como cada día.

Como otras veces: Emma Cano.

Como otras veces: Emma Cano «Luz en Hipocratia».http://www.emmacano.com/portafolio/luz-en-hipocratia

Bien, yo también quiero aportar mi granito de arena. Mi propuesta, recomendación, idea, o como queráis llamarlo no es otra que: REGALA VACUNAS. Cuando un bebé llega al mundo, lo tradicional -y práctico- es juntarse varios amigos de la pareja para regalarle la silla del coche, el cambiador o la trona. Todo esto está muy bien, pero yo pienso: ¿Qué mejor obsequio para un bebé recién nacido que las vacunas que aún son de pago, por ejemplo la que da título a este post? Sinceramente, a mí me parece un regalazo: nada más ni nada menos que inmunidad. Sé que esto ya se está haciendo y que probablemente le falte poco para ponerse de moda, y deseo que así sea. Pero no podía dejar de manifestarlo aquí.

Dicho esto, creo que voy a empezar una nueva sección en el blog: recomendaciones para familias con hijos. 🙂 ¡Hasta la próxima entrada!